De libros y más

París, 1931

«Por la entrada principal de la catedral de Notre-Dame penetró una ráfaga de aire invernal agitando el velo negro de una mujer alta que en ese momento entraba y avanzaba por el pasillo lateral […]

Un joven cura llevaba, apresurado, un mensaje a la sacristía, cuando observó a la mujer alta que, sola y de pie, alzaba el rostro hacia Cristo en la cruz: iba elegantemente vestida de negro, con líneas simples que ceñían su cuerpo delgado, sus bien torneadas piernas enfundadas en medias de seda negra; su rostro desaparecía tras un largo velo de viuda. Aunque sólo la vio de reojo, el sacerdote percibió en ella cierta majestuosidad […]

Las campanas anunciaron la media de las doce y su vibración repercutió en la vasta oquedad, reduciéndose hasta enmudecer justo cuando el organista dejó de practicar. La mujer seguía de rodillas, inmóvil, con la mirada fija, velada y constante, en el crucifijo. Después con toda calma, sacó una pistola de la bolsa negra que había dejado en el banco y se la llevó al corazón.

La detonación quebrantó aquel momento hasta la eternidad. Uno de los fieles volteó y dio un grito, con la mirada fija en la mujer que se desplomaba. El grito repercutió, extendiendo la consternación bajo el techo abovedado de la catedral gótica.»

 

La mujer, era Antonieta Rivas Mercado.

Antonieta Rivas Mercado, nació en 1900, en una de las familias de mayor renombre social durante el esplendor del porfiriato; su padre fue el arquitecto Antonio Rivas Mercado, célebre por ser el encargado de la edificación -entre muchas otras obras-, de la columna de la independencia. Fue una destacada feminista, en un movimiento que en esos años veía sus inicios. Su participación en la reconstrucción cultural del México posrevolucionario fue fundamental, fungió como mecenas de numerosos artistas, resaltó como escritora y creó magníficas instituciones, como la Orquesta Sinfónica de México.

Antonieta, era inteligente, culta y refinada; su vida se desarrolló en las más altas esferas sociales, por eso, la gran pregunta es: ¿qué ocurrió para que llegara hasta el altar de una catedral francesa para terminar con su vida?

Algunos años después de la muerte de Antonieta, en un teatro parisino, se escuchaba la magnífica voz de Edith Piaf:

Des yeux qui font baisser les miens
Un rire qui se perd sur sa bouche
Voilà le portrait sans retouches
De l’homme auquel j’appartiens

Pues, al parecer, la vie en rose, no fue la de Antonieta. A los dieciocho años se casó con el inglés Albert Edward Blair, de esa unión nació su único hijo, pero el matrimonio terminó con un tortuoso divorcio y una gran batalla legal por la custodia del niño, cuya patria potestad, finalmente perdería.

En esos años, Antonieta se involucró en la creación del Teatro Ulises y conoció al pintor Manuel Rodríguez Lozano, de quien, según cuentan los cotilleos de la época, se enamoró a primera vista. Relación que, por razones que eran evidentes para todos, -menos para ella-, nunca fructificó.

C’est lui pour moi, moi pour lui dans la vie
Il me l’a dit, l’a juré pour la vie

La misma determinación que aplicaba en todos sus proyectos culturales, también la llevó al ámbito político, no de manera directa, pero sí al apoyar a José Vasconcelos en su campaña presidencial. Vasconcelos, tenía ideas progresistas para el desarrollo del país, y sus logros en el ámbito educativo son de todos conocidos, pero hay que apuntar que, también era un hombre conservador, sumamente religioso y casado. Situaciones que resultan un tanto sorprendentes, ya que ninguna de esas características, le impidió aceptar el apoyo económico de Antonieta y recorrer el país a bordo de su Cadillac en la campaña por la presidencia de la República, y por supuesto, involucrarse sentimentalmente con ella. Al menos, eso último es lo que se decía en los corrillos, aunque los hechos posteriores, trágicamente -para Antonieta-, parecerían confirmarlo.

La vida de Antonieta Rivas Mercado, estuvo llena de claroscuros, era una mujer brillante en muchos aspectos, pero la tragedia siempre la rondó. Kathryn S. Blair, en su obra “A la sombra del ángel”, hace un excelente relato de la vida de Antonieta. Se trata de una novela biográfica escrita desde una óptica privilegiada, ya que la autora fue la esposa – y viuda- del hijo de Antonieta, Donald Antonio Blair Rivas Mercado.

A la sombra del ángel, está basada en un minucioso trabajo de investigación que la autora realizó durante muchos años, el resultado es un libro magnífico, que narra la vida de Antonieta, pero también aporta la perspectiva de la época, para comprender el momento histórico por el que pasaba la nación en los albores del siglo XX.

Antonieta Rivas Mercado, fue una mujer fascinante desde muchos puntos de vista, su legado cultural es sumamente valioso, y después de leer el libro de Kathryn S. Blair, es probable que se despejen algunas de las preguntas que siempre están en el aire, acerca de los motivos que la orillaron a tomar esa tremenda decisión en la catedral francesa de Notre-Dame.

Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas
Je vois la vie en rose

Adriana Hernández Morales

Título: A la sombra del ángel

Autora: Kathryn S. Blair

Editorial: Planeta

 

Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.