Philip Roth, uno de los novelistas más prolíficos de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX, falleció a los 85 años, situación que conmueve la escena literaria mundial.

Su legado ya es comparado con el de otros autores como Herman Melville y Emily Dickinson, pues desde hace varios años ya era considerado el autor estadounidense con el “conocimiento más rico y más certero sobre la historia de su país”, o “el escritor de alma hebrea que narró a los Estados Unidos”, describió el diario italiano La Reppubblica tras su deceso.

Roth vivió en Nueva York y Connecticut, fue un virtuoso ensayista y crítico, así como un observador de la sociedad estadounidense.

En 1998 el premio Pulitzer a la ficción por su aclamada novela “American Pastoral”, y en 2012, tras decenas de libros y ensayos escritos, Roth anunció su retiro de la literatura.

Nació el 19 de marzo de 1933 en Nueva Jersey, hijo de un matrimonio de descendientes de emigrantes judíos de Europa del Este y criado en el barrio de clase media de Weequahic, Philip Milton Roth, es una referencia de la literatura de la post Segunda Guerra Mundial con la universalidad de su mensaje. “No escribo judío, escribo estadounidense”, afirmó.

Con Roth desaparece el último de los gigantes de las letras americanas del siglo pasado, junto con Saul Below (1915-2005) y John Updike (1932-2009), y una figura central de la fecunda narrativa judía estadounidense al lado del propio Bellow, Bernard Malamud (1914-1986) y Norman Mailer (1923-2007..

Su trayectoria literaría inició en 1959, a los 26 años de edad con Goodbye Columbus, un conjunto de cinco relatos y una novela de amor que le valió uno de los premios más prestigiosos de Estados Unidos, el National Book Award.

Sus temas preferidos “la familia judía, el sexo, los ideales americanos, la traición de los ideales americanos, el fanatismo político y la identidad personal”, se vieron reflejados más de una vez a través de sus novelas El lamento de Portnoy (1969), Pastoral americana (1997), Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000) y Patrimonio (1991), por mencionar algunas.