Francisco Romero Serrano, titular de la Auditoria Superior del Estado de Puebla fue claro, enfático y preciso. No titubeo. Una vez que fue elegido por el Congreso del Estado el pasado 27 de noviembre, dijo: “…espero que entremos a una nueva era, que de hoy en adelante la Auditoría Superior haga su trabajo como debe de ser, en el plano técnico, en el plano de actuación equitativa sobre todo y que se le quite esa imagen de garrote político”.

Luis Miguel Gerónimo Barbosa, titular del poder ejecutivo de Puebla, el mismo día en que Romero Serrano era elegido por el Congreso local señaló, en una extraña coincidencia: “Insta el gobernador a que la ASE ya no sea garrote político, como en otros tiempos”. Así refería el título de la nota en la Jornada de Oriente.

Francisco Romero Serrano, líder empresarial que intentó ser candidato por Morena en dos elecciones anteriores al 2019, sin lograrlo, reconoció cercanía y relación con Barbosa Huerta aunque subrayó que no era su alfil.

Con 27 votos a favor, 10 en contra, 2 abstenciones y 2 votos nulos, arañando de panzazo y forzado las dos terceras partes requeridas de los votos, el Poder Legislativo nombró al titular de la ASE por orden del Poder Ejecutivo.

No hay duda.

Usos y costumbres de la política mexicana. Y poblana.

Apenas a un mes de su nombramiento intentó, fuera de todo protocolo y presentándose intempestivamente, auditar a la BUAP sin aviso, ni procedimientos legales previos. Al margen de la formalidad y legalidad.
No fue recibido y salió con cajas destempladas.

Intentó auditar recursos federales y cuando aún no se cerraba el ejercicio fiscal 2019.

Los niveles de penetración, agresión, desquite, venganza contra la BUAP y su rector, Alfonso Esparza, no han cesado desde su nombramiento.

Uno tras otro.

Ahora, son tres denuncias ante la Fiscalía General del Estado, las que ha presentado Romero Serrano: 1. Por operaciones simuladas; 2. Por abuso de autoridad al negar la revisión preventiva del 2019, y; 3. Por tráfico de influencias.

Alfonso Esparza Ortiz ha sido claro y no rehuye la revisión.

Seguirá recurriendo a las instancias federales para frenar la sed de venganza local.

Pero es evidente que el garrote político ha pretendido golpear a la BUAP y a su rector.

Familia incluída.

¿Hasta cuándo?

¿Cuándo y de qué manera llegará la sangre al río?

A esperar.

Es cuanto.

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Luis Enrique Sanchez Fernández es periodista; ha escrito para impresos en papel, radio, televisión y portales digitales. Es universitario, historiador y cronista.