A diferencia de lo que sucede con Morena y AMLO a nivel nacional, Puebla y su Presidenta electa no dan color. En el centro del País López Obrador ha señalado ya cerca de 100 medidas, decisiones y políticas públicas que habrán de cumplirse en su gestión. Más claro ni el agua. Hasta su gabinete está ya nombrado, a reserva de que ocupen su puesto formal, ya están trabajando sobre el proyecto de gobierno a largo plazo.

No en Puebla. Claudia Rivera solo ha trabajado para los medios y la sustancia de su gestión no ha avanzado. Varias reuniones con el nimio, banal e intrascendente Luis Banck, se han convertido en el eje fundamental de su transición y asunción al puesto.

No hay planes, visión, desconoce la realidad de la administración municipal, no tiene, por tanto propuesta de gobierno.

Lo peor: no tiene equipo con el cual gobernar.

Transmite ambigüedad y desasosiego. El equipo que termina la gestión sigue a la espera, sin la presencia de quienes deben recibir la estafeta, por la sencilla razón de que no existe tal equipo.

Javier Palou, Liza Aceves, Leobardo Rodríguez y Gonzalo Castillo, no han hurgado en el meollo de la administración municipal, pero eso sí, aparecen en todas las fotografías, sobre todo el primero, siempre cuidando las espaldas de la Presidenta.

El voto de los poblanos puede, ojalá y no, un desencanto.