Niños separados de sus padres, niños y adultos separados y enjaulados, ese es el camino que Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, tomó para presionar a su Congreso para que apruebe los más de 25 mil millones de dólares para construir el muro en la frontera.

Esa es la primera vez desde 1945, que el gobierno de los Estados Unidos toma una medida migratoria que, además de cruel, viola leyes internacionales, acuerdos multilaterales de derechos humanos y sigue los peores ejemplos de la historia moderna: para “desincentivar” la migración y las solicitudes de asilo.

Sin embargo y tal como se ha documentado, la medida que tomó el presidente de una de las potencias más importantes del mundo, de usar el drama de los menores separados, sólo es un medio más para lograr la reforma migratoria que desea.

Y es que, los procedimientos que está llevando la administración de Washington al mando del empresario, han separado a cientos de familias; se estima que entre mayo 5 al 9 de junio, más de 2 mil 342 niños están separados de sus familias.

Lo anterior por un cambio de criterio del fiscal general anunciado el pasado abril y que impuso “tolerancia cero” a las llegadas ilegales al país.

Es decir, cualquier adulto que trate de entrar en Estados Unidos de forma irregular y sin los procedimientos correctos de asilo se considera un delincuente y se le procesa judicialmente como tal, aunque no tenga antecedentes penales. Como los menores no pueden ingresar en prisión, son separados, y finalmente un juez determina si los padres y los hijos son deportados o pueden quedarse.

Sin embargo en los últimos días, las fotografías y audios han dejado en claro que Donald Trump no va a ceder, prueba de ello un tuit en el que además de asegurar que todos los niños son utilizados por “los peores criminales”, normaliza la separación, y deja en claro que el trato al que loes está sometiendo no es un error y tampoco se han equivocado.