Cientos de migrantes, que vivieron por más de un año en precarias condiciones en un campamento improvisado en el norte de México, a unos pasos de Estados Unidos, fueron desalojados el domingo, dijeron autoridades.

Los cerca de 400 migrantes, en su mayoría centroamericanos y mexicanos, fueron trasladados en autobuses a tres albergues en distintos puntos de la fronteriza Tijuana, donde podrán permanecer “por tiempo indefinido”, dijo mientras concluía el operativo, la alcaldesa de la ciudad, Montserrat Caballero.

“Tienen tres opciones: la primera es si quieren permanecer en Tijuana los vamos a ayudar porque ya son tijuanenses, si quieren regresar a sus lugares de origen vamos a pagar los traslados y si quieren esperar el ‘sueño americano’ también los vamos a apoyar a que esperen”.

En videos compartidos en redes sociales se observó un operativo con decenas de efectivos de seguridad, incluyendo a uniformados de la militarizada Guardia Nacional, mientras familias con niños pequeños tomaban sus pertenencias y salían del campamento cercado con mallas metálicas.

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La alcaldesa aseguró que ninguno de los efectivos estaba armado y que incluso se desarrolló pacíficamente porque habían sido notificados previamente de que serían trasladados a otro lugar.

Al respecto, una migrante guatemalteca quien prefirió no identificarse por miedo a represalias dijo que, días antes del operativo, los policías que vigilaban la zona ya no les permitieron quedarse en el campamento conocido como “El Chaparral”: “Algunos tuvimos que dormir en la calle”, confesó.

“Dicen que no nos están echando a la fuerza pero si no nos vamos, nos amenazan con deportarnos”, agregó la mujer, quien llegó a Tijuana el año pasado junto con sus dos hijos.

Cada año, miles de centroamericanos huyen de la violencia y pobreza de sus países y emprenden un largo y peligroso viaje rumbo a Estados Unidos en busca de un mejor futuro. El constante arribo de migrantes al norte de México ha provocado saturación en las casas de migrantes.