Epistolario 2

Querido Alexis,

Espero que mi carta te encuentre sano y cuidándote mucho.
Nos han llegado noticias de que en Bélgica han tenido un aumento de casos de covid19 repentino y masivo en poco tiempo, aunque he leído que esas cifras se deben a la sobrestimación de casos que hacen. Me llamó la atención porque fue reportado en la agencia europea como “demasiada honestidad”. ¿Qué significa eso? Me pregunto y me parto de risa pensando en situaciones donde uno pueda alegar que ya ha habido “demasiada honestidad” para continuar.

Me siento a escribirte sentada en el piso apoyada sobre una mesita-charola que, se supone, es para comer en la cama pero yo la he usado de escritorio de piso desde hace años. En mi cabeza es como el escritorio portátil de Virginia Woolf. Me he convencido de que si ella hubiera vivido en este tiempo también hubiera andado con esta cosa por toda la casa. Es un hábito viejo al final.

Te he pensado mucho en estos días y le he escrito a tu hermana la semana pasada para saber que estuvieran bien. Es tan extraño saber que estamos pasando una experiencia similar estando tan lejos, cuando nuestras vidas usualmente son tan diferentes. Al principio de la pandemia, cuando comenzaban los contagios masivos, se hablaba del gran virus democratizador que tanto infectaba a toda raza, a ricos como a pobres y en todos los rincones del planeta; pero conforme avanzan las semanas es evidente que lo que más ha hecho esta crisis es patentizar el bestial desmantelamiento del sistema sanitario en el mundo entero. Hemos permitido que las prácticas neoliberales de las últimas décadas minaran el entramado social y ahora, en el momento de la más grande necesidad, nos cuesta hacer los sacrificios necesarios para caminar en conjunto hacia el bien común que es la única manera de mantenernos a salvo.

Para nosotros esta semana entró en efecto la fase tres de esta pandemia a México, el contagio masivo y acelerado. Pensé que sería sólo un asunto de números pero me he equivocado, se ha instalado una ansiedad diferente en casa. Hemos limitado aún más cualquier salida necesaria para compras, evaluando cada producto que se usa y haciendo cuentas para ahorrar lo más posible para evitar viajes al supermercado. Es un miedo desconcertante, que genera una desconfianza en el exterior, en otras personas en situaciones que uno no puede controlar.

¿Qué estás haciendo durante el encierro? Para ti que te gusta lanzarte al bosque y acampar por temporadas enteras debe ser frustrante estar recluido en casa tanto tiempo. Justamente hace semanas leía un libro llamado “Into de Wild” de Jon Krakauer sobre un muchacho estadounidense que dejó todas sus seguridades y se lanzó al bosque a vivir de la tierra. Parece idílico y totalmente caprichoso todo el asunto, desde las motivaciones del chico hasta los libros que leía y citaba. Lo que a mí más me gustó fue el trabajo de reportaje del autor, pero pues esa es debilidad mía. Creo que puede gustarte. A mí me recordó a mi adolescencia cuando mi papá me regaló “Demian” de Hesse.

¿Estás haciendo pan como loco? Casi todos mis amigos están haciendo pan artesanal estos días. Yo quisiera ponerme a hacer muffins ahora mismo, porque al bebé le encantan y le gusta ayudarme a hacer la masa, pero con este calor temo hacer combustión si me atrevo siquiera a mirar el horno. Aquí en el altiplano la primavera avanza pavoneándose en el hecho de que no podemos salir. Esperamos con ansiedad cada tarde que caiga la lluvia, pero hasta ahora sólo hemos tenido algunos relámpagos tímidos que se asoman entre las nubes mientras una llovizna salpica aquí y allá.

Debo dejar de aburrirte con estas cartas largas.
Querido Alexis, que todo siga bien contigo.

Siempre
Bilhá

Twitter: @Clitemnistra


Periodista. Escribe sobre asuntos internacionales, crisis, conflicto y periodismo. Previamente corresponsal en Jerusalem.