Luis Miguel Barbosa Huerta ha sometido a la consideración pública, social, la viabilidad del Sistema de Desarrollo Integral de la Familia, alias el DIF.

Ha sido un jaque, probablemente no mate.

Tradicionalmente ha sido el hábitat político de las esposas de los gobernantes en turno. La dirección general del Sistema mencionado corresponde por tradición a la esposa del gobernador en turno.

Se encarga, el DIF, de “Contribuir al desarrollo integral de la población sujeta de asistencia social y su completa reintegración a la sociedad a través de acciones de salud, educación y la generación de opciones de ingreso. Todo esto con la finalidad de coadyuvar con la política social en la reducción de la pobreza y la atención a los grupos vulnerables.

Eso dicen los documentos que lo soportan.

Y es un sistema de organización administrativa, legal, formal y jurídica, harto complicado. Son más de 50 oficinas que lo integran y le dan formalidad a su funcionamiento. Empezando, en la cabeza, con la Junta Directiva, el Patronato y el Consejo Técnico de Adopciones, que se colocan, de acuerdo al organigrama, arriba de la Dirección General.

De ahí pa’l real, 50 dependencias más; direcciones, subdirecciones, departamentos, etc.

Desarrollo Integral de la Familia”, DIF; y ahora resulta que es una costosa y complicada organización administrativa que vendía infantes y era un bien armado call center que contaba con más de mil empleados, dedicados a mal informar en las redes sociales a varios políticos, entre ellos al Gobernador Barbosa Huerta.

Espacio de generación de riqueza, ¿mil? ¿dos mil? ¿tres mil trabajadores?

Un espacio para el disfrute y enriquecimiento de la burocracia.

¿Cuántos más?

Necesitamos saberlo.

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