Quita el grifo que dosifica el amor.
Abel Pérez Rojas.

Afuera una lluvia leve termina de decorar la escena que me inspira a escribir.

A mi costado el libro más reciente de mi querido amigo Carlos Pereira Cohen: Los colores del amor.

Wafles con un sabor por el que recuerdo inevitablemente las populares crepas de dónde vengo, acompañados de jamón, queso y jitomate.

Jugo de manzana.

Señal wifi, ¡bendita señal wifi gratuita!

Pese a haber viajado casi treinta horas desde que salí de mi departamento en el centro histórico de la ciudad de Puebla y haber tenido una primera jornada de compromisos que terminó hoy domingo por la madrugada, me siento muy bien, feliz.

Ayer impartí una breve exposición en el auditorio del Automóvil Club Argentino gracias al espacio que me consiguió Esmeralda Longhi Suárez con la Sociedad Iberoamericana de Poetas Escritores y Artistas de Mar del Plata.

Por la noche una velada que en el nombre lo dice todo: Unidos por el tango.

El ambiente en la Sala Melani, el corazón y la entrega de Alfredo Oteman y Olga Vázquez, productores del evento, el sentimiento de los artistas y el apasionamiento del público, me permiten vivir en carne propia por qué el tango es patrimonio cultural intangible, declarado así por la UNESCO.

Recibo el Faro de Oro edición especial que me fue entregado hace dos años, pero que no tenía en mis manos por cuestiones de la distancia, la pandemia y la fragilidad de la bella pieza.

A nombre de mi querido amigo y hermano Salvador Calva Morales, recibo otro Faro de Oro a la trayectoria.

Desplego el Nennucco Calva -el prototipo en policarbonato de lo que en un futuro será una proyección holográfica-, agradezco con un breve discurso que es secundado por emotivas palabras de Alfredo “Alfredito” Oteman y Luis Héctor Epul.

Concluye la noche con una cena en un restaurant de comida mexicana y, faltaba más, música ranchera magistralmente interpretada por Toño Rojo.

Regreso a mi entorno.

La lluvia leve ha cesado, pero amenaza con volver.

Me sigo sintiendo muy bien, lo atribuyo a que estoy a la altura del mar y a que recibo noticias de México de que todo está bien con mi familia y mis amigos.

Pero hay algo más que me hace sentir de maravilla.

Cierro mis ojos, respiro profundamente y cada vez me queda claro algo, algo que no es simple ni fácil.

Me siento de maravilla, porque aquí en Mar del Plata, Argentina, he sido recibo en medio de entornos llenos de amistad.

Trato de concentrarme más en mi centro, en lo que la sabiduría antigua llama Hara.

Se clarifica más mi sentimiento y mi experiencia en esta bendita tierra.

Es mucho más lo que une a esta gente. Es amor.

Aurora Olmedo y el amor que le une a Héctor Ferreira, su esposo, a sus hijos, nietos y a todo lo que hace, entre ello, por supuesto, a sus letras.

Luisito Epul y el amor que le prodiga a su esposa Viviana Beatriz Gauna, y al folclore argentino.

Alfredo Oteman y el amor con el que llena de cuidados a su adorada Olga Vázquez.

Carlos Pereira y el amor y admiración hacia la brillante Esmeralda Longhi Suárez quien a su vez le corresponde, pero que tiene tanto que se desborda para la cultura y arte de su país.

Sentir de cerca… / el fuego de mi pasión ardiente / es ver cómo pasa la vida / si no estás en ella, indiferente / sin tiempo / sin lugar y sin medida. (CPC. 2022)

El amor que une a Toño Rojo y a su esposa, quienes traen hasta estos lares la música ranchera mexicana.

Raúl de Alexandro “Viejo Lobo” y su amor al saber, Juanjo Garnica y el amor a lo que hace.

En fin, amor por todas partes.

Afuera, mientras escribo desde un café tipo europeo ha parado la lluvia, una pareja de edad avanzada llega al lugar. Él estaciona el auto, baja una silla de ruedas y trabajosamente ayuda a su pareja a descender, una mujer igualmente anciana que con dificultad logra acomodarse en el cuatriciclo. Atribuyo que esa pareja lleva décadas viviendo juntos, mi razón me lleva a cuestionarme si pudiera ser la costumbre y la resignación lo que les une, pero hoy elijo ni una ni otra, se lo atribuyo al amor.

Sí, el amor todo lo une, o al menos eso elijo pensar hoy, eso quiero asumir hoy.

Elijo que el amor todo lo une para decir, proclamar, sentenciar, que el amor todo lo puede.

Sí, el amor todo lo puede en un país severamente golpeado por la inflación, la devaluación y la cada vez más inevitable confrontación política por las próximas elecciones presidenciales.

El amor todo lo puede, yo soy hijo de ello.

El amor todo lo puede en sociedades que parece han perdido la esperanza por un futuro promisorio, mejor, pleno de progreso.

El amor todo lo puede cuando sabemos que lo único inevitable es la muerte, pero nos centramos en la también inevitable vida previa al desenlace que todos viviremos.

El amor todo lo puede y quizá eso anime a la mujer que allá afuera lucha contra el viento que sacude las jacarandas frente al cómodo restaurant en el que me encuentro.

El amor todo lo mueve, eso elijo hoy pensar, vivir, creer, profesar.

Cierro con mi poema: Corazón sin grifo (2019).

Quita el grifo que dosifica tu amor, / el amor se da sin reservas, / si no, no es amor. / Deja que fluya, / que inunde cuanto esté a tu alcance. / El amor no excluye, / no separa, / mucho menos discrimina, / el amor todo lo abarca, / todo lo entiende, / todo lo perdona. / El amor nunca se acaba, / cuanto más se prodigue / más se multiplica, / más te bendice, / nos hace más felices, / nos humaniza y nos libera. / Sin espitas que estorben / el amor te transformará, / te hará evolucionar / en medio de la adversidad / y transcender las limitaciones de lo tridimensional.

Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com