Del esoterismo y la actualización del software mental, de eso están preocupados en este Ayuntamiento con el que nos tocó lidiar.

Lo que ahí sucede raya en la paranoia esotérica de aquellas y aquellos que hoy son presas de sus propias debilidades.

El caos en esta ciudad capital no se puede disimular, ni siquiera “en buen plan” con una rimbombante estrategia de comunicación que sirvió para culpar al equipo de Claudia Rivera y exonerarla a ella de todo cargo sobre lo que ahí ocurre.

Más allá de los linchamientos mediáticos que acusan los cercanos a la alcaldesa como una de las razones para alentar una percepción negativa hacia su desempeño, hay muchos otros elementos que encienden desde hace meses las luces rojas para quienes no han podido contener la información de todo lo que sucede al interior del Charly Hall.

La burbuja de la Presidenta es su peor enemiga. Ahí se concentra el esoterismo y la viveza descarnada de los gurús pendientes del ávido negocio de lavar el cerebro de las que nunca pensaron ejercer un mínimo y acotado poder.

Ahí, se habla, se invoca, se siente la vibra como del elegido. Ojalá al rato no nos salgan con ceremonias como las de la secta Nxivm o quieran pasar la charola para andar comprando “cuarzos” que equilibren la energía del poder y se vuelvan como los fanáticos de la luz del mundo.

Poco o nada sirven las vocerías de Claudia Rivera, cuando no se tiene un sentido común para asumir responsabilidades o humildad para comprometerse con quienes les dieron el voto.

Ahí, en el Palacio Municipal pesan más los charlatanes de fanatismos baratos que hablan despacito y pausado para denotar que son los guías, casi casi el mesías que indica el rumbo a seguir en nuestra ciudad.

Pobre Puebla, donde en estos meses, nos hemos convertido en rehenes de un grupúsculo de improvisados que llegaron para transformar y más bien lo que han hecho es deformar.

Las campañas de marketing temporal ya no sirven ni son la contención para frenar la poca aceptación sobre el trabajo de la alcaldesa.

En este tiempo, la guerra de egos, las puñaladas internas, los romances furtivos y el halo oscuro de esa corrupción que puede tocar a la burbuja municipal, debilitan las paredes de un Ayuntamiento que ha ido perdiendo credibilidad.

Rebasados por la inseguridad, por la presión del comercio informal, por los presuntos negocios personales de funcionarios cobijados desde la joya de la corona, se advierten las fracturas y rupturas que iremos viendo en las próximas semanas.

En su cabildo exceptuando a una que otra difamadora y deudora, cuenta con personajes de gran congruencia que han sido acotados por temor de los pequeños cerebros que custodian a la Presidenta.

Lo mismo ocurre en su gabinete, donde tiene gente valiosa que está en lo suyo, fuera de grillas y sin competencia de egos, así trabajando a secas.

Hay quienes ya juegan tiempos extras porque sólo simulan trabajar, colgándose de estrategias estatales como la señora de Turismo sobrina de Armando Prida.

A menos de un año concluimos entonces que:

Tenemos un Ayuntamiento que gobierna mal y comunica mal.

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