26 de Octubre 2020
223 días de aislamiento (parcial)
Fase 3. Semáforo Amarillo

Querido Ramón,

Te saludo con mucho cariño esperando que te encuentres bien, cuidándote durante este periodo de semáforo amarillo, tan cerca del verde y tan fácilmente rojo. 

Me he demorado semanas en escribirte esta carta. La he comenzado cien veces y cada vez que me siento a terminarla, me parece que lo escrito es ya totalmente irrelevante y tengo que volver a empezar. Tengo la sensación de que me he quedado sin cosas que decir y que los eventos pasan como ventarrones frente a mis ojos sin dar siquiera oportunidad de hacerse de suficiente información para generar una opinión. Incluso el diario que llevo, en el que usualmente escribo todos los días, se ha quedado en blanco días y días o con notas apenas legibles que apuntan: “Compré el periódico”, “a Trump le dió covid”,  “Fuimos al parque con el bebé”, “Avanzan pruebas de vacuna”, “Fin de semana bonito en casa”, “Harari vuelve como PM de Líbano como si nada”. 
Todo sobre este periodo parece ya dicho, redicho, y así se me ha ido el mes entero de Octubre. 

¿Tú cómo estás?
Hemos rebasado ya los doscientos días de “anormalidad” a causa de la pandemia, tantos ya que parece lejana la vida que llevábamos antes de los cubrebocas, las distancias y restringir las salidas. Anormal o no, la vida continúa con las alegrías y los festejos que acompañan la cotidianidad; y esta pandemia, aunque nos haga sentir encerrados,  estáticos, nos obliga a recordar que a la vida hay que respetarla, festejarla aunque sea por zoom, con el dolor a cuestas pero festejarla.

Mientras tanto en Europa la segunda oleada de covid19 está obligando a un segundo confinamiento, en ciudades y pueblos donde ya los sacrificios de cerrarlo todo por semanas los ha desgastado. Supongo que, tal como en la primera ronda, nuestro continente no tardará en llegar al mismo punto, aunque la percepción es que nosotros nunca hemos realmente salido de la primera oleada. Y mientras los contagios en el mundo se están acelerando, en México nos acercamos vertiginosamente al temido número de cien mil muertos; el coronavirus que parecía ajeno y lejano, poco a poco ha alcanzado a algunos de nuestros conocidos y familiares. Sin duda, un rebrote nos obliga a preguntarnos si aprendimos las lecciones la primera vez. Sabemos lo que debemos hacer individualmente siguiendo las instrucciones que nos han dado desde diferentes frentes para prevenir un brote más destructivo que el anterior, pero debemos suponer que ese esfuerzo personal debe ser respaldado por un esfuerzo colectivo a su vez sustentado en políticas públicas que nos protejan a corto y largo plazo. 

¿Qué estás leyendo últimamente?
Yo terminé de leer “Casas Vacías” de Brenda Navarro, que fue en esencia someterme a leer todas mis pesadillas de madre, todas las inseguridades de mujer, todas sus violencias, todas sus decepciones. Uno piensa que puede, quizás, leer del robo de un niño con objetividad y distancia, pero nadie te prepara para los vacíos que se van abriendo frente a tus ojos. La maternidad amada y detestada, la impuesta y la arrebatada. En el libro, todas las facetas de la mujer se desdoblan frente al lector cuestionándolo a cada paso, sin pedir simpatías, sin dejar espacio al odio. Navarro hace un trabajo excelente desmenuzando el lenguaje del interior, el monólogo íntimo en el que las mujeres nos hablamos, nos recriminamos, nos recordamos de no llorar, de respirar, de revisar las cosas; donde verbalizamos para nuestros adentros las nimiedades del día a día y las cosas que jamás le diríamos a nadie más. ¿Los hombres se sienten así? ¿Se hablan a sí mismos así?

La mejor parte de todo fue discutir la novela en el grupo de lectura al que me uní hace unos meses. Resulta que íbamos a discutir la novela de Brenda Navarro y el día antes de la sesión virtual nos dijeron que la misma autora se sumaría a la plática. A mí nunca me había sucedido que una autora se presentara en un ambiente tan pequeño e informal a hablar de su obra, así que estaba muy emocionada. ¡Fue una experiencia fantástica! B. Navarro es no sólo brillante, sino que se acercó a nuestro grupo con una profesionalidad refinada, generosa e incluyente. Al terminar la sesión y dar sus agradecimientos, la escritora hizo énfasis en que el logro total de su libro no pertenece sólo a ella, sino que lo compàrte con los editores, la difusión, la publicidad, los diseñadores, los publicistas, etc, todo el equipo que hace que un libro pueda llegar a miles de lectores. Me pareció excelente que aún en un ambiente tan íntimo, ella recalcara en el trabajo de los demás.

Me despido de tí, Ramón, esperando que disfrutes de la temporada de muertos y del pan. Ya… con este año tan horrible, lo menos que podemos es disfrutar el pan.

Siempre
Bilhá

Twitter: @Clitemnistra


Periodista. Escribe sobre asuntos internacionales, crisis, conflicto y periodismo. Previamente corresponsal en Jerusalem.