Epistolario 12
1ro Diciembre 2020
259 días de aislamiento (voluntario)
Fase 3. Semaforo Amarillo
1er domingo de adviento

Querida Angela,

Espero que mi carta te encuentre sana y cuidándote mucho del virus. En casa hemos seguido de cerca los titulares italianos sobre el confinamiento, el cierre de regiones y las medidas que se intentan tomar para evitar un rebrote aún más feroz durante la navidad. 

¿Cómo quedó tu arbolito? Nosotros comenzamos el primer domingo de adviento en casita poniendo nuestro pequeño árbol de fieltro, con un montón de adornos que se ponen y quitan como juego. La época decembrina es mi temporada del año favorita, con sus luces, el frío, las bufandas y todos los cliches maravillosos que hacen de este mes algo tan lindo. El año pasado mi hijito era muy pequeño, pero este año ya puedo contarle las historias, hacer manualidades, encender las velitas, cantar las canciones y preparar galletas hasta el hartazgo. 

En el comedor, sobre la mesa que tiene un noventa por ciento de nuestro guardarropa familiar encima, con los materiales educativos, papel y pegamento de la escuelita en casa, revistas que no he leído, papeles que no he archivado desde Marzo, decoraciones de toda estación, periódicos, periódicos y más periódicos … desde aquí es que te escribo. 

En este caos acumulado suena un álbum de Ludovico Einaudi que publicó durante la primera oleada de la pandemia, llamado “12 canciones desde casa”. Es una hermosa grabación donde ocasionalmente se cuelan los sonidos de casa, el arrastre de unos pasos, la respiración del músico, el roce de las manos sobre las teclas del piano, el pedal y los mecanismos del piano, a veces un murmullo. El álbum es extraordinariamente bello y desgarrador a veces también, con sus melodías repetitivas que resumen en melodía el día a día, el caminar del reloj, el llegar de las noches sin novedades. Creo que te encantaría escucharlo. 

Tras nueve meses de trabajar desde casa, el peso completo de no haber “logrado nada” de lo previsto este año me abruma. El apenas haber sobrevivido hasta ahora parece poca cosa y es una ingratitud tremenda no valorarlo. Pero el haber hecho lo mínimo, habernos quedado en casa por un tiempo de locos, haber aguantado las paredes, la crisis, los conflictos normales que en el encierro son más duros, el tener que exponer nuestro espacio más íntimo al trabajo; parece tan estupido y trivial en contraste con lo que hacen muchos otros. 

¿No te parece que la privacidad ha desaparecido ahora que estamos todos todo el tiempo en casa? 

Quienes vivimos en familia estamos lejos de todo pero nunca solos. El aislamiento, además, no nos ha salvado de ver al mundo destornillarse por todos lados a través de las pantallas. Tristemente nos ha tocado ver, desde esas mismas pantallas, las noticias de  nuestra familia extendida y amigos, que ya sea lejos o cerca, se ha contagiado, enfermado, y hasta ahora recuperado. Es increíblemente frustrante tratar de apoyar u ofrecer ayuda desde lejos, sabiendo que es insuficiente y hasta inútil. 

Y esta es una realidad en casi todo el mundo en mayor o menor medida. Es tan extraño darse cuenta de que la pandemia es de semejante magnitud que se ha vuelto una experiencia colectiva mundial que está retando a buscar soluciones de manera totalmente nueva. Me queda claro que cuando esto pase no seremos los mismos, esta experiencia nos cambiará para siempre, cambiará nuestras prioridades, nuestra manera de ver a los líderes, la política, las necesidades comunales. Y quizás ese sea el comienzo de una generación que demande algo radicalmente más justo e inclusivo.

Por ello creo que no hay nada más esperanzador que las luces de diciembre, fantasear con prender las velitas y desear un milagro, desear que se acabe “todo esto”, valorar lo que hay, anhelar. Y en esas luces, ver el milagro que trae el labor de esos miles de científicos, trabajadores y voluntarios que nos regalan este fin de año la esperanza de una vacuna. 

Se ha anunciado en diferentes países que incluso desde la siguiente semana puede que se comience a aplicar la vacuna Pfizer o Moderna. Es fascinante ver como esta pandemia ha acelerado la manera como se producen y desarrollan las vacunas, desde la investigación hasta su producción. Igualmente es interesante observar el papel de las farmacéuticas, así como el papel que están jugando ahora los países a nivel mundial para el manejo y distribución de la vacuna. Están los países que se han asociado para lograr inmunidad regional, y los países que han acaparado millones y millones de vacunas exclusivamente para sus poblaciones. Me recuerdo ahora de nuestras clases de Conflictos Regionales en Haifa. No puedo evitar ver la fractura en la asociación de países, que en un momento clave de crisis mundial se ha alejado de los acuerdos de cooperación y bienestar colectivo entre naciones. Esas ideas del Gran Estado regulador quizás no tendrán cabida cuando esto termine y habrá que llamar a cuentas y encarar realidades. Así como estamos no hubo Naciones Unidas ni Unión Europea que contaran, nada de ceder las deudas para permitir la recuperación de otros países, en cambio, sí al acaparamiento de vacunas y sí al tufo neocolonialista que ha embarrado los últimos doce meses. 

Todo ese codear para que al día de hoy las acciones unilaterales de países poderosos les hayan llevado exactamente al mismo punto que a todos los demás países en los últimos tres meses, con tremendas alzas en contagios y una segunda oleada que hizo retroceder todo el trabajo de control que se había logrado antes del verano. Por mucho que la vacuna ya esté en la puerta, no hay manera de saber si se desbordarán los hospitales antes de que esa vacuna pueda llegar a todos, a los necesarios, a los más necesitados.

Me he seguido de largo y ahora esta carta es larguísima. Debe ser porque extraño platicar contigo, tu amistad, nuestros cafés, el dormitorio, el mar de Haifa bajo nuestros pies con todo lo que pensábamos que traería el futuro. ¡Éramos maravillosamente jóvenes! 

Toca ahora preparar los días de adviento y luces de manera modesta y sobria con mi pequeña familia, respetuosos de aquellos que han perdido a personas amadas, trabajos, recursos, y todos los que se han sacrificado en este periodo. Nuestra deuda con ellos es inconmensurable.

Felices fiestas, Angie
Siempre
Bilhá

Twitter: @Clitemnistra


Periodista. Escribe sobre asuntos internacionales, crisis, conflicto y periodismo. Previamente corresponsal en Jerusalem.