7 de mayo 2021
414 días en aislamiento (ahora parcial)
Fase 3. Semáforo amarillo

Querida Volga,

Espero que te encuentres bien. Hace meses que sé poco de tí y en las últimas semanas te pienso a cada rato. Creo que las redes sociales nos dan una falsa sensación de cercanía, tanto que nos olvidamos de buscarnos en la vida real, pero tú y yo hace una década que no nos hemos visto ¿cierto? Muy mal.

Hoy, que abrí una ventana y escuchaba el ruido típico de la calle, recordé claramente el silencio que había afuera de la ventana hace un año cuando apenas y se escuchaba pasar algún auto o los perros del vecindario. Las personas estaban en casa, sin reuniones, con los negocios cerrados y los autos guardados; parecía desierta la ciudad. Estábamos en aislamiento total durante la parte más dura del confinamiento, horneando pan como locos y poniéndonos a hacer yoga para entrar relucientes a la nueva normalidad.

¿Cómo has estado? Me imagino que el calor, las carreras laborales y el accidente del metro tan horrible te deben traer un tanto nerviosa, como a  todos. 

Nosotros seguimos en casa parcialmente, atravesamos la languidez de la pandemia saliendo poco y siempre a espacios abiertos, refugiándonos en la rutina, lidiando con la desgana. Pero el tiempo no se ha detenido y los cambios propios de la vida que supuestamente habíamos puesto en espera nos van alcanzando. Mi hijito comenzó la escuelita de manera remota hace un par de semanas. Al principio me entristeció pensar que esta sería su primera experiencia escolar pero, como siempre, el niño se ha adaptado rápidamente a la dinámica y disfruta conectarse por zoom y ver a su maestra y a sus compañeras con quienes canta y hace actividades que ahora son exclusivamente suyas.

Además, esta semana se ha vacunado a los adultos mayores de cincuenta en nuestra municipio, y en diferentes puntos del país ya está en marcha la inoculación para maestros. Podemos quizás pensar que el regreso a clases se aproxima, aunque ahora hasta desear lo hacemos con cuidado para no “salarlo”. Ojaleamos con la salida de esta pandemia, aunque lejana pero, con cada vacuna puesta, más cercana. Y eso me hace preguntarme a qué país volveremos cuando “todo esto termine”. Ya nos queda claro que nosotros no somos los mismos de antes, que la resiliencia nos ha para siempre cambiado. Pero si después de año y medio en confinamiento empezamos a considerar que está a la vista el fin de la pandemia ¿podemos también pensar que al abrir las puertas el país será igual? El mismo que limita tanto nuestras acciones porque no hay ninguna garantía de protección o justicia, ese país que es uno para los que siempre hicieron cola y otro para los que hacen crónica de ellas.

Hasta ahora el México que usualmente nos persigue y arrastra puso pausa a los robos de casa, a algunos asaltos en espacio público, habiendo menos gente en la calle era menos probable ser atacado (mientras la violencia intrafamiliar se desató con saña en todo el territorio y en el mundo). Pero conforme se han resumido las actividades fuera de casa, los trabajos, los negocios y especialmente las campañas políticas, esa violencia nos ha sido devuelta como latigazo. 
A principios de Abril me contactó una colega australiana quien fue corresponsal en Jerusalem cuando yo también lo era. Me escribía que una conocida suya le había urgido ayudarle a difundir la alerta sobre su hermana quien había sido secuestrada en Oaxaca. Su nombre es Claudia Uruchurtu. En ese momento ella llevaba cinco días desaparecida y había poquísima información sobre las circunstancias en las que había sido levantada después de una protesta contra el gobierno municipal de Nochixtlan, donde la edilesa había sido señalada por actos de corrupción.

En días siguientes, la edilesa de Nochixtlan, Lizbeth Victoria Huerta, se filmó a sí misma “deslindandose” del caso, como si ella, siendo la autoridad local, pudiera simplemente omitir su responsabilidad en un caso grave de desaparición forzada de una activista que le había denunciado por desvío de fondos y actos irregulares. Equipos de la Unidad Especializada de Desaparición Forzada comenzaron la búsqueda de la activista mientras poco a poco la familia buscaba apoyo en grupos de derechos humanos nacionales y por canales diplomáticos internacionales, al ser Claudia una ciudadana binacional. Y hoy, al fin, se ha publicado que la edilesa ha sido detenida por la posible participación en la desaparición forzada de Claudia Uruchurtu. Es un paso más hacia la justicia en este caso, pero no es una garantía. 

Ese es el yunque que nos han legado décadas y décadas de corrupción. 
Nosotros mexicanos vivimos en una realidad como en muy pocos lugares se vive, con una percepción de total desamparo frente a autoridades que no han estado al servicio de la gente, sino a la agenda de cada administración. Y el caso de Claudia, de no procurarse justicia, sólo recalca que seguimos estando en un país en que las personas simplemente pueden desaparecer, ser levantadas, echadas a un horno y desaparecer apenas dejando un juego de llaves como única evidencia de que su cuerpo pasó por ahí.

Ese es el país que fuimos por tanto tiempo y el que conocemos bien. ¿Podemos pensar que puede cambiar? que no será perfecto, pero hay voluntad de cambiar ¿Podemos? o saldremos del confinamiento de la pandemia al confinamiento de los autos, a encerrarnos en los centros comerciales, a la protección de los coches, las escuelas exclusivas y los fraccionamientos cerrados? Mientras, quienes no gozan esas condiciones echan la vida en un volado cada vez que ponen pié fuera de la puerta.

Querida Volga, tengo tantas ganas ya de verte. Extraño los tiempos de resistir y protestar, de sentirme muy apasionada por las causas justas y no empequeñecida frente a ellas. 

Te mando abrazos… y mezcales
Siempre 
Bilhá

Con nuestras más respetuosas condolencias hacia los familiares de las víctimas del accidente del metro de CDMX.

Twitter: @Clitemnistra


Periodista. Escribe sobre asuntos internacionales, crisis, conflicto y periodismo. Previamente corresponsal en Jerusalem.