Desde el 29 de juio de 2020 ocurrieron al menos 226 intervenciones a 22 personas trabajadores de el diario salvadoreño de El Faro, espionaje que habría venido de parte del gobierno de El Salvador que encabeza Nayib Bukele.

Advierte un peritaje de Citizen Lab y Acces Now, el cual también confirma que el espionaje se hace a través del software de espionaje Pegasus, de la empresa israelí NSO Group.

Los intervenidos incluyen a las jefaturas editoriales, periodistas y personal administrativo y las intervenciones se hicieron hasta por un año y de forma constante.

Debe recordarse que el software Pegasus permite el control total del aparato para quien logra infectarlo: interceptar mensajes, llamadas y extraer toda la información almacenada en los teléfonos.

Además, la evidencia técnica apunta que un operador ejecuta el software Pegasus desde territorio salvadoreño.

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Las intervenciones a los aparatos coinciden con diferentes procesos de investigación de El Faro y con acontecimientos relevantes en la vida política nacional o ataques gubernamentales contra el periódico.

El peritaje también advierte que en 11 casos hubo extracción de información.

Es por ello que en un pronunciamiento Amnistía Internacional no solo condenó el ataque sino también advirtió que es “una nueva amenaza a los derechos humanos en el país. Las autoridades deben detener cualquier intento de restringir la libertad de expresión y realizar una investigación exhaustiva e imparcial para identificar a los responsables”

En muchos de los casos de El Faro, las organizaciones determinaron un rango de fechas entre las cuales una persona había sido intervenida. Sin embargo, no fue posible concluir si en ese rango hubo un evento, varios o un espionaje ininterrumpido.

“Este es uno de los casos de espionaje más impactantes y obsesivos que hemos investigado”, expresó Scott-Railton a El Faro.

Del caso también se destaca que uno de los espiado fue el editor mexicano, Daniel Lizárraga quien el 7 de julio fue expulsado por el gobierno de El Salvador.

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A pesar de ello, Lizárraga continuaba comunicándose desde su teléfono institucional y arreglando los detalles de una publicación sobre la tercera ola de COVID-19 en El Salvador, por lo que el espionaje no se limitó al Salvador, sino que llegó hasta México.

Durante el tiempo que ocurrieron los eventos, estos periodistas realizaron investigaciones acerca de la negociación entre el gobierno y pandillas, el robo de alimentos destinados a la pandemia por parte del director de Centros Penales y su madre, las negociaciones secretas de los hermanos de Bukele para la implementación del Bitcoin, el patrimonio de los funcionarios del actual Gobierno, el manejo de la pandemia o un perfil del presidente Bukele.