En lugar de andar repartiendo culpas con los ciudadanos, ¿no debería el ayuntamiento preguntarle al responsable de la obra porqué la pista de tartán no duró ni una semana?

¿Acaso a nadie se le ocurrió que al ser un parque público requería que los materiales fueran para uso rudo?

De los 48 millones 741 mil pesos que se pagaron a la empresa ¿no le alcanzó para poner un letrero que explicara por qué a la trotapista solo debe ingresarse con el zapato deportivo adecuado? ¿Ni siquiera una cartulina?

Aunque nada de lo anterior exime a los poblanos de su falta de civismo, que el ayuntamiento optara por “regañar” a los ciudadanos por haber usado tacones, calzado no deportivo, patines y patinetas en la trotapista solamente dejó más dudas sobre la resistencia de los materiales empleados.