Imaginemos por un momento que somos estudiantes de primaria. ¿Ya? Ahora bien, imaginemos que llegamos a la hora del recreo y que democráticamente decidimos entretenernos jugando futbol. Después pintamos con tiza las líneas que delimitarán las porterías y antes de comenzar a jugar un miembro del equipo contrario al mío decide que uno de sus mejores amigos será el arbitro. ¿Cuál de los dos equipos creen que lleve la ventaja?

Se ha convertido en tradición de que después de cada proceso electoral se promueva una reforma política a nivel constitucional con la intención de facilitar la igualdad de oportunidades de acceso al poder, ya sea de un grupo social, un movimiento o a los diferentes partidos políticos. Por regla general estas reformas son propuestas por quienes no contaron con el respaldo popular para ejercer el poder, pero en los tiempos de la autoproclamada y soberbia cuarta transformación todo tiene que cambiar y Morena, el movimiento que ha pregonado a los cuatro vientos que son diferentes y que ostentas casi todo el poder, son los que quieren cambiar las reglas del juego y poner ellos al árbitro.

Al querer modificar la constitución y cambiar el periodo para que la presidencia del Consejo General del Instituto Nacional Electoral de 9 a 3 años y peor aún que sean los propios diputados quienes designen a quien encabezará la institución. Esto no es un secuestro de la institución sino un vulgar robo o apoderamiento de la misma.

Ya lo han hecho antes y de manera muy burda. López ya desapareció al INEE, puso contra la pared a los titulares de la CNH y de la CRE, incidió de manera sospechosa la salida de un ministro de la SCJN y recomendó que en la CNDH estuviera alguien que fuera empático con las víctimas, cosa que sus lacayos, perdón, senadores ni tardos, ni perezosos acataron haciendo trampa violando de manera descarada el procedimiento, logrando así que una psicóloga podría tomar la responsabilidad de dirigir al organismo que se encarga de vigilar al gobierno en materia de derechos humanos, psicóloga que no sólo es porrista del presidente, sino que hasta fue candidata del movimiento “diferente.”

Afortunadamente en el último caso habrá una reposición de la votación para evitarlo.

En menos de un año la báscula ha perdido calibración porque están desapareciendo los contrapesos.

Una reforma electoral de esa magnitud y con la coyuntura actual sería fatídica para la joven democracia mexicana, sería como tirar a la basura los muchos logros que ha tenido la institución electoral en materia de transición, de equidad de oportunidades y sobre todo en materia de estabilidad política.

¿Se imaginan a este país con un árbitro a modo? ¿Se imaginan qué pasaría si se vuelve a “caer el sistema”?

No podemos permitir que este intento de robo al INE se lleve a cabo porque ¿a quién en su sano juicio se le ocurre tirar a quien lo llevo al poder? La respuesta sería pues a un grupo que evidentemente no querrá soltarlo jamás.

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