De libros y más

“Los libros nos ayudan a sobrevivir en las grandes catástrofes históricas y en las pequeñas tragedias de nuestra vida”.

Irene Vallejo en El infinito en un junco.

Los libros siempre han constituido un remanso de paz en medio de las mayores tragedias; por esa razón, durante la Primera Guerra Mundial, cientos de bibliotecas norteamericanas lanzaron el Library War Service, un proyecto que logró enviar más de un millón y medio de libros a los combatientes. Conscientes de la importancia de continuar con ese trabajo, en 1920, se fundó la Biblioteca Americana de París, cuyo lema es: Atrum post bellum, ex libris lux -Después de la oscuridad de la guerra, la luz de los libros-.

Una de las misiones de la Biblioteca americana, es llevar lo mejor de la literatura, la cultura y la biblioteconomía estadounidenses a los lectores de Francia. Pero fue a mediados de la Segunda Guerra Mundial, cuando quedó demostrado hasta qué grado sus trabajadores estaban dispuestos a llevar a cabo esa tarea.

Durante la ocupación de París por parte del ejército nazi, la ciudad sufrió numerosas pérdidas, entre ellas, el saqueo y destrucción de sus bibliotecas, así como las numerosas restricciones impuestas por los invasores. Las bibliotecas nacionales de Rusia, Polonia y Ucrania fueron destrozadas y algunos de sus empleados deportados a campos de concentración. En 1940, el régimen nazi publica la lista Otto, un inventario de más de mil libros considerados ilegales y, en consecuencia, son retirados de la Biblioteca Americana numerosos ejemplares, por considerase material subversivo.

Gracias a la admirable labor de su directora Dorothy Reeder, y posteriormente, de la condesa de Clara de Chambrun, la Biblioteca Americana. continuó funcionando y enviando libros a los soldados británicos y franceses; sin embargo, se les prohibió -bajo penas de deportación y muerte-, dar servicio a los usuarios judíos.

Es entonces, cuando los empleados de la biblioteca decidieron hacer frente al ejército invasor, y conscientes de la importancia de la lectura, no solo para los soldados, sino para las familias que padecían los horrores de la guerra, conformaron un grupo clandestino que llevó libros y revistas a las casas parisinas, incluyendo a los hogares judíos.

La opresión del nazismo en París fue terrible, la ciudad estaba destruida por los invasores y la vigilancia y presiones que tenían los empleados de la biblioteca eran extremas; al grado de que, durante una inspección, Boris Netchaeff, -bibliotecario principal- recibió un disparo en el pulmón por no levantar las manos lo suficientemente rápido cuando lo arrestaron.

A pesar de los riesgos, los valientes empleados de la Biblioteca Americana, dieron servicio a numerosos usuarios, enviaron miles de libros a los soldados aliados y burlaron la vigilancia del ejército alemán, llevando a las familias francesas -incluyendo a las de origen judío-, esperanza y tranquilidad, por medio de la lectura.

En palabras de Henri Bonnet, el entonces embajador francés en los Estados Unidos:

“La Biblioteca Estadounidense, fue una ventana abierta al mundo libre durante este oscuro período de la historia europea”.

Todo lo anterior, sirve de marco para referirme a la hermosa novela escrita por Janet Skeslien Charles, titulada La biblioteca de París.

La biblioteca de París, cuenta la historia de Odile, una misteriosa viuda francesa que radica en los Estados Unidos y que, mediante la amistad que poco a poco va desarrollando con su vecina adolescente, relata sus vivencias en París.

De ese modo, la autora nos lleva a conocer a una joven Odile, a la que la vida se le presenta llena de promesas, ya que acaba de conseguir el empleo que anhelaba en la Biblioteca Americana de París, está enamorada y tiene buenas amigas; sin embargo, la guerra y sus vicisitudes hacen que su historia de un giro radical, hasta que, cuarenta años después, conoce a Lily y decide contarle su historia y revelarle los secretos que la obligaron a abandonar Francia, para irse a un alejado pueblo norteamericano.

La biblioteca de París, es un libro muy agradable y ameno, en el que la autora, rinde un homenaje al grupo de valientes bibliotecarios que, a su manera, lucharon contra la invasión nazi en Francia y que, de casa en casa, llevaron libertad en medio de la guerra.

Por cierto, si anda por París, no deje de visitar la Biblioteca Americana, en su hermoso edificio ubicado en el número 10 de la rue du Général Camou; ahí podrá pedir que le presten alguno de los libros prohibidos de la lista Otto, que, por fortuna, ya están al alcance de todos.

Adriana Hernández Morales

Autora: Janet Skeslien Charles

Título: La biblioteca de París

Editorial: Salamandra

(También disponible en formato electrónico).

Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.