Fue un verdadero escándalo mediático la boda entre Cesar Yáñez y Dulce María Silva, no solo por su publicación en Hola, revista de la clase fifi, sino por el dispendio y la parafernalia que implicó la boda y su celebración en Puebla.

El Centro Histórico de Puebla se paralizó, los paseos turísticos en los autobuses rojos de doble piso se cancelaron para poner los vehículos al servicio de los invitados fifi, la Capilla del Rosario fue cercada, enrejada y los simples mortales se arremolinaban sin poder acceder a las luminarias que asistieron; cena costosa, ambiente para gozar y dispendio al por mayor.

No hay duda, le hizo daño a la Cuarta Transformación. O también en los austeros y republicanos morenistas hay clases sociales.

Una lectura política que ha pasado inadvertida es que César Yáñez y Dulce María penetraron la esfera del poder de Rafael Moreno Valle, el mismo que para los entendidos metió a la cárcel a su ahora esposa. Esa es la conclusión. Y que curiosamente salió de las rejas cuando Tony Gali era gobernador.

El primero la metió, el segundo la sacó. Eso es lo que el dominio público concluye. A uno lo aborrece y a otro lo estima.

La raya está pintada. Aunque el costo político haya sido muy elevado.