Habitantes de Puebla,
no es Francia quien les hace la guerra,
es el Imperio… estoy a vuestro lado…
Ustedes y yo combatimos al Imperio,
ustedes en vuestra patria, yo en el exilio
Víctor Hugo

Gerardo Pérez Muñoz

 

Los antecedentes

Durante el gobierno del liberal Ignacio Comonfort, se promulgó la Constitución de 1857 que dio lugar a la llamada Guerra de Reforma o Guerra de los Tres Años (1858-1861), entre los liberales y conservadores, culminando con la derrota   de éstos últimos y la instauración del gobierno liberal de Benito Juárez. Algunos de los derechos que consagro la constitución, fueron entre otros, la libertad e expresión, la libertad de asamblea, la abolición de la esclavitud, eliminó la posibilidad de ir a prisión por deudas civiles, así como las formas de tortura pena de muerte. Así mismo, la constitución del 57 promulgaba la división de poderes, (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y proponía que los integrantes del Poder Judicial fuesen electos por el voto popular y evidentemente, la separación de la Iglesia y el Estado.

Un años antes de la promulgación de la constitución, se aprobó y decretó en junio de 1856 la llamada Ley Lerdo por Miguel Lerdo de Tejada (Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas Propiedad de Corporaciones Civiles y Eclesiásticas) que representó un golpe a la Iglesia y en particular a sus bienes, pero esta ley, afectó la propiedad colectiva de los pueblos y comunidades indígenas.

El Papa Pío IX se pronunció en contra de la nueva constitución y el Arzobispo, Lázaro de la Garza Ballesteros anunció que ningún católico debía suscribirla. Muchos sectores conservadores iniciaron un movimiento en contra de la constitución y en contra del partido Liberal.

Para 1861, tanto la Cámara de Diputados cono el presidente Benito Juárez emitieron la Ley de suspensión de pagos de México en la cual se

suspendía por dos años el pago de la deuda que México tenía con Inglaterra, Francia y España. Este fue el pretexto perfecto que buscaba Francia y sobre todo Napoleón III para expandir su poder. Napoleón partía de la premisa de que los Estados Unidos estaban inmersos y consumido por su guerra civil, Napoleón pensaba que era factible su sueño de restaurar la presencia francesa en el continente americano y ponerle un dique al expansionismo gringo y su doctrina Monroe.  Hay que recordar que en la segunda mitad del siglo XIX se comenzó a hablar y popularizar en Francia la denominación de América Latina para nombrar a nuestro continente, término políticamente muy bien utilizado por Napoleón para contraponerlo a la de Hispanoamérica o Iberoamérica, en un momento clave de los procesos de independencia de las antiguas colonias españolas en el continente.

 Prolegómenos de la Intervención Francesa.  Inicialmente Inglaterra, Francia y España, firmaron el tratado de la Convención de Londres, en el cual acordaron enviar tropas militares al territorio mexicano para cobrar sus deudas. El acuerdo no se lleva a cabo debido a que España e Inglaterra desistieron al llegar a un acuerdo con el gobierno mexicano a través de los Tratados de Soledad. Solo Francia, a pesar de haber firmado dichos acuerdos y con la mira puesta en extender sus dominios en América, trató de instaurar una monarquía en territorio mexicano, en contubernio con los conservadores mexicanos.  ¿Cuánto se le debía a cada país?: 69 millones a los Ingleses, nueve millones a los Españoles y dos millones a Francia. Total de la deuda: 80 millones de pesos.

El 16 de abril de 1862 el General Juan Prim, Jefe de la Fuerzas Españolas le escribió al General Ignacio Zaragoza que no habiéndose puesto de acuerdo los representantes de los tres países, solo los españoles e ingleses aceptarían los términos que Juárez decretara en los Tratados de la Soledad y se reembarcarían de regreso a casa. También puso en alerta a Zaragoza que los franceses no aceptaron y que exigían pronto el pago pues se veían amenazados por los Prusianos con una guerra, y no tenían con que solventarla, por lo cual comenzarían una invasión hacia la capital de la República Mexicana.  

Después del fracaso de los Tratados y el retiro de las flotas española e inglesa, el ejército francés al mando del general Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, sale de Orizaba, Veracruz rumbo a la capital. Lorencez había llegado envuelto en un áurea de triunfos y victorias en Argelia y Sebastopol. Era la personificación de la insolencia y la subestimación al enemigo. Lorencez le envía un telegrama al Mariscal de Lannes, en el que le dice: Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a Su Majestad Imperial Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6000 valientes soldados, ya soy dueño de México.

Cuando Lorencez desembarcó en Veracruz, venían con él los mexicanos José María Gutiérrez de Estrada, Juan Nepomuceno  Almonte, hijo de José María Morelos y a quien más tarde los franceses reconocerían como el Jefe Supremo Interino de la nación Mexicana; los poblanos, Francisco Xavier Miranda, cura del sagrario metropolitano de Puebla condenado al destierro por conspirar contra del gobierno liberal y e lex ministro de Hacienda en el gobierno de Santa Anna, Antonio de Haro y Tamariz quién en 1856 encabezara un levantamiento armado contra el gobierno de Ignacio Comonfort. Todos ellos integrantes del partido conservador y quienes fueron los encargados de negociar en las cortes europeas el apoyo a la intervención francesa y el establecimiento de una monarquía en México.