Por Ruby Soriano

Ha sido un arduo camino el que las mujeres mexicanas han tenido que recorrer para abrirse paso en la política nacional. Y sin embargo, muy pocas hoy hacen valer la valentía del género, para evitar ser eclipsadas una y otra vez por las cúpulas del poder vigente.

Mujeres de la oposición y del partido gobernante están rendidas frente a lo que criticaron y rechazaron: El poder patriarcal ante el cual hoy se doblan por temor o simple comodidad.

A muchas de estas mujeres que en simulación abanderan feminismos de papel y saliva, se les vino un ataque de amnesia para dejar de fustigar a esos gobiernos que ignoran las agendas donde las mujeres no seamos instrumentos de lucro, marketing y exhibición para fines electorales de gobiernos de cuarta y de quinta.

A muchas de estas mujeres “sororas” pero con su “hueso en el poder”, les aventaron un cargo y se callaron. Seguramente si les avientan otro, se volverán a callar.

Muchas de ustedes, hallaron en la comodidad de sus cargos, la excusa perfecta para dejar de exhibir los atropellos, los riesgos y la violencia real en contra de las mujeres en México.

Hoy señoras ex feministas, callan como momias y aplauden como focas. Ustedes han perdido toda calidad moral para defender una causa cuando desde la oposición y desde el gobierno en turno, avalan, acompañan y permiten ser utilizadas a cambio de la continuidad en el poder.

A muchas de ustedes les faltan ovarios para hacer de la política un ejercicio de poder femenino que marque agenda sin tener que pedirle el visto bueno al presidente de su partido, al gobernador y alcalde en turno o al mismísimo Presidente AMLO.

Abro un paréntesis para reconocer la valentía y congruencia de una mujer a la que intentan nulificar por su rebeldía y que sin duda es de las pocas que dicen las cosas de manera directa.

Me refiero a la diputada federal morenista y poblana Inés Parra, quien negó el voto a la militarización del país.

La rebeldía señoras de la política también alimenta el camino para defender las causas.

México vive tiempos de nulificación para las mujeres en distintos órdenes, pero particularmente en la política.

Ojalá su curul, cargo, plaza, secretaría o dirección no se convierta en el gran dique que las mantenga como empleadas o servidumbre del poder o de un poderoso en turno.

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