La visita de Miguel Barbosa Huerta a Tepexco y Cohuecan, el encuentro con el movimiento de rechazados de la BUAP en el Zócalo de Puebla y los Martes Ciudadanos, forman parte de una nueva etapa, un nuevo capítulo en el quehacer del gobernador: la legitimación.

Llegar al lugar que ahora ocupa no fue tarea fácil. Enfrentó mayores retos que una elección “normal”. Puebla vivía una de sus etapas políticas más difíciles y una consecuencia visible de ese mal general fue la escasa votación del pasado dos de junio.

Una vez que las urnas lo favorecieron, ha encontrado el consenso, producto de su trabajo, entre las fuerzas, los poderes políticos que se mueven en el Estado.

La cúspide de la pirámide del poder espera con expectación los beneficios del nuevo gobierno y la convivencia que conviene y trae regalías.

Ahora, en las primeras semanas de su gobierno, Barbosa Huerta busca la cercanía y el contacto con “el pueblo sabio”. La legitimación y la creación de los nuevos códigos de la convivencia y conveniencia social.

La concreción, el aterrizar en beneficio de la sociedad las medidas que deben mejorar la condición de vida de todos, no es tarea fácil.

Es en el mediano y largo plazo lo que calificará la gestión del Gobernador.

Es el necesario y urgente cambio estructural que destruya o reduzca, cuando menos, los males, errores, contingencias, conveniencias y vicios que se crearon los últimos años y que fueron de conveniencia para poderes reducidos.

Y eso no lo logrará solo.

Necesario y urgente convocar a todas las fuerzas, a todos los poderes, a construir, sin demagogia, nuevas condiciones de desarrollo y conveniencia.

Empresarios, comerciantes, universitarios, políticos, agrupaciones, sindicatos, periodistas; todos, se deben sumar a construir y no solo pretender el beneficio económico del nuevo gobierno.

A darle.

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