Cuando se sienten en algún establecimiento del Grupo Café Plaza -dígase Mi viejo café o Mi viejo pueblito- miren bien, muy bien, al mesero, al gerente o incluso al chef.

La familia Covarrubias ha forjado a la sazón de sus negocios restauranteros un emporio poblano donde dicen defender el respeto, los compromisos con sus empleados, el crecimiento personal y una serie de valores que son de ornato a la hora de asomarnos al clima laboral de esta empresa poblana donde se viven escenarios de terrorismo laboral.

Mi experiencia la narro desde una silla de estos establecimientos donde me toca oír la forma en que se vulneran los derechos de los empleados.

Gritos, insultos, humillación, acoso y violencia laboral, estos son los pilares que sostienen a un deleznable grupo restaurantero que latiguea con presión e insultos a su plantilla laboral, sin medir cargos o rendimientos.

El llamado Grupo Plaza puede hacer que sus empleados laboren de las 7 de la mañana -cuando les toca abrir las unidades- hasta las 9 o 10 de la noche del mismo día, advirtiéndoles que ahí no se pagan horas extras -porque la cosa está muy cabrona afuera- y no les conviene perder el trabajo. Tampoco hay días de descanso cuando hace falta personal y tienen que trabajar de manera continúa.

Una vergüenza que la empresa de Rafael Covarrubias tenga cimientos de escarnio laboral y viejos esquemas, donde los trabajadores son tratados de manera humillante.

Este grupo cuenta casi con un capataz de la vieja guardia laboral poblana de nombre Fernando, quien funge como supervisor y es el azote de los empleados.

Este individuo es el encargado de lanzar los insultos más detestables como pendejo, inepto, etc. Así mide su productividad y su clima laboral Mi viejo café y Mi viejo pueblito.

Antes de consumirles a estos explotadores pensemos en lo que sucede detrás de la barra de la cocina y en los ataques de estrés, ansiedad y depresión que pueden experimentar varios de sus empleados.

Atención Gabriel Biestro deja de hacer politiquería y asume tu responsabilidad como delegado del trabajo.  Hay que revisar este tipo de empresas que se han engordado los bolsillos no sólo gracias a nuestro consumo, sino al aberrante esquema laboral que sus propietarios utilizan para explotar a sus empleados.

Ojalá Coparmex le conceda a Rafael Covarrubias el premio del año como Explotador Laboral 2022.

Una vergüenza que personajes como el tal Fernando, supervisor de este grupo, siga aplicando esquemas laborales del siglo pasado.  

Ahí la llevan señores, casi igualan a los explotadores coreanos que tanto daño le hicieron a la industria maquiladora en Puebla.

De manera personal no volveré a consumir en estos establecimientos donde no sólo se vulneran los derechos laborales, sino también la dignidad de las personas.

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