La imaginación oxigena los pulmones del vientre.
Abel Pérez Rojas.

Sé que usar la palabra genio –derivada de genialidad–, siempre genera debates, polémica y envidia.

Sé que ingreso a terrenos escabrosos por usar ese calificativo en una persona viva, en alguien sencilla y humilde como la discreta margarita que crece en la grieta de alguna avenida de ciudad cualquiera.

Sé que hay muchas cosas que no sé, que soy temerario al atreverme a incursionar en la transcripción del impacto que recibí de la obra plástica de quien en esta ocasión he traído hasta aquí.

La artista plástica poblana Luisa Polanco es, a mi juicio, un genio de la pintura que necesariamente necesito compararla con algo para transmitir lo que veo en su obra.

Reproduzco en mi mente la obra de Luisa y hay dos imágenes que disputan entre sí para salir al lago que se derrite: un manantial y un volcán.

Dejo pasar unos minutos para decidirme –sí, ya usando más la razón que el sentimiento–, y opto por una tercera opción: un vórtice.

Sí, Luisa Polanco es un tipo de vórtice combinado con un manantial.

Como artista Luisa es un flujo turbulento que arrastra –no arrasa–, con todo.

Luisa dota de invisibles aspas a sus pinceles de tal manera que unidos a sus tentáculos, perdón, quise decir manos, escupe en forma de llamaradas provenientes del pecho de un dragón carmesí los oleajes de las superficies que le sirven de lienzo, aunque muy probablemente en la mente de Luisa sean atrapasueños que juntan gotas de saliva de un gnomo vagabundo o un hada furtiva.

¿Dónde habitan los colores que no le prestan a cualquiera los tonos que sí le dieron a Luisa en Sacrificio barroco (Acrílico sobre papel amate)?

¿Cómo no declararse desarmado frente a su pintura Madre (óleo sobre tela)?

¿Y si nos robamos la lente que usa Alma –la hija de Luisa–, para verlo todo en Alma mira todo (Prismacolor sobre papel)?

¿Y si tiene razón Luisa en La llegada (óleo sobre tela) y solo somos destellos de una gran explosión arcoíris impactando en la nopalera que milenios después pisó el águila que devora la serpiente en el justo momento que fue sorprendida en el punto exacto del “ombligo de la luna”?

Y si, y si, y si… ¿y si se nos acaban las preguntas y solo dejamos que las formas y los colores fluyan y nos atraviesen?

Respira, reposa, abre tu mente.

Fluye y deja fluir.

Coincido con Sulayez para tener como referente al surrealismo y desde ahí guarecerme de la andanada de talento que brota de la mentecorazón de Polanco.

Surrealismo / es incrustar mi poesía / entre nubes rosas, / bañarla con aguas violeta, / empujarla entre elefantes / con patas de aguja. / Es tirar un flechazo de letras, / ver cómo aciertan en el centro ovoide, / cómo se derriten sazonadas de azúcar, / y confirmar, / que huirán entre manecillas de plomo, / mientras mi cerebro se fríe a fuego lento / en la triada formada por soles gélidos. / Es señalar con el ombligo / el punto exacto del eclipse / en la confluencia imaginaria / entre el punto de fuga / y la transversalidad perenne. / Es hablar de tú a tú con Dalí, / soportar sus burlas, / aprender de sus viajes / y jugar en los charcos de vapor / tomado de las caderas / de Leonora Carrington y Remedios Varo. / Surrealismo es encontrar la chapa / en el piso inexistente, / es ver por la ventana que ya fue / y tomar del elixir preparado de madrugada. / Es ir más allá de lo real, / acurrucarse en lo irracional, / conectarse a los sueños / para dejar que la tinta corra / como si se tratase de miel / sobre copos de nieve / en la alborada nocturna / de las diez más cuarenta. / Surrealismo es incrustar mi poesía / en un viaje sin vuelta, / y en ella, / jugar el resto de lo que me queda. (Surrealismo. APR. 2020)

Encuentro en la plástica de Luisa Polanco una profusa vena esotérica, simbólica e íntima.

Luisa es genio no solo por lo que pinta, lo es por las realidades que crea. La afirmación es literal, Polanco se conecta a la Matrix a través de su pintura y encuentra escondrijos para hacer realidad lo que días, meses o años antes soñó.

Luisa, “la pintora surrealista de Puebla”, vive la realidad que creó, pero aún no cree que magia y poesía se hermanan en el cruce de modificar la sustantividad a partir de imágenes.

Algún día –si Luisa me lo permite–, les hablaré de sus pasajes chamánicos y su capacidad de maga.

Hallo en la obra de Polanco un punto común para maridarla desde cualquier ángulo de cualquiera de las artes.

Luisa es vórtice y manantial a la vez, porque su obra arrastra y no se agota, parece que no tiene fin en los alcances individuales como en la insinuada corona del Mago (carta uno del tarot) y el muy evidente uróboro, ambas representaciones de su pintura En el mundo (óleo sobre tela).

La obra de Polanco es diversidad, no pide ser seguida, pero no deja opción, la quieres beber y no dejarla pasar, quizá porque en el fondo intuimos que saber deriva de sabor y hace alusión a un conocimiento de corte alquímico.

No te pediré / que desistas a tus sueños, / a tus búsquedas infinitas / ni a tus exploraciones sin rumbo, / porque en el fondo y en silencio / sé que somos compañeros de viaje, / compartimos esta terca necesidad / tan nuestra, / tan inextirpable, / tan profunda, / de andar y andar / en medio de desiertos, / abriendo paso en selvas atiborradas, / pintando mundos inacabados, / ejercitando la imaginación profusa / y oxigenando los pulmones del vientre. / No te pediré / abdicar a la cuesta arriba, / renunciar al futuro / ni a soltar la manta / que cubre tus heridas, / mucho menos a retirarte / de los islotes dignamente conquistados. / No te pediré / que desertes a las barricadas, / a la resistencia de la primavera, / a quienes calladamente / sabotearon la rendición de los invisibles. / No te pediré que seas como yo, / ni que me pidas ser como tú, / porque tarde o temprano / la riqueza de la diversidad sale a flote / y justifica toda lucha, / todo desencuentro, / toda renunciación. (No te pediré. APR. 2019)

Luisa Polanco, la artista sencilla, distraída, quien batalla con ser adulta, pero siempre le gana la niña que pinta, vive medio año en su querida Puebla y otro tanto igual en su adoptiva Eslovenia.

La poblana de cuarenta y diez más tantos que busca peces caramelo en las sodas y aves en los sueños, cada vez se cotiza más en Europa, pero aquí, en donde el talento nace y crece hasta en maceta de corredor, sigue siendo la cuasi desapercibida que lleva en sus plantas y en sus arterias a su amada Alma… y va flotando para no pisarla.

 

Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com