L’amour est enfant de Bohème,
il n’a jamais, jamais connu de loi.
si tu ne m’aimes pas, je t’aime,
si je t’aime, prends garde à toi!…

Carmen, Habanera. Bizet

María Anna Sofía Cecilia, era una joven neoyorkina de ascendencia griega, tenía mucho talento para el canto, pero era bastante tímida porque se consideraba poco agraciada y regordeta; cuando tenía catorce años sus padres se divorciaron y su vida cambió repentinamente, ya que su madre decidió regresar a Grecia, así fue como inició sus estudios en el Conservatorio Nacional de Atenas.

En 1945, tras algunas representaciones en Atenas, regresó a los Estados Unidos para continuar sus estudios; a fin de poder costearlos se colocó como niñera, entonces su vida, nuevamente dio un vuelco, ya que fue escuchada por un afamado tenor, quien la invitó a cantar en el teatro de Verona, Italia. Los primeros años de su carrera fueron difíciles, aunque su participación en diversas óperas fue destacada, parecía que estaba destinada a convertirse en una soprano más; pero la oportunidad llegó de manera inesperada. En 1949, la gran artista Margherita Carosio, que se preparaba para interpretar el papel de Elvira en la ópera I puritani, enfermó y tuvo que cancelar su participación; María fue propuesta para sustituirla, el gran problema, es que únicamente contaba con tres días para aprenderse el papel, además de que su voz tenía una tesitura diferente a la de Carosio; el reto era enorme, pero sin dudarlo lo afrontó, y el día de su presentación en el teatro La Fenice de Venecia, quedó anotado para siempre en la historia del bel canto. Su interpretación fue magnífica; la belleza y perfección de su voz, hicieron que aquella jovencita tímida y regordeta, quedara en el olvido. Ese día nació la leyenda, la inigualable, la Divina, María Callas.

María Callas, se convirtió en la cantante de ópera más famosa de la época, las rivalidades con otras sopranos eran frecuentes, pero su personalidad destacaba entre las demás intérpretes, ya que era imponente y exuberante; surgieron muchos críticos, decían que su voz era metálica y que su presencia era demasiado voluminosa y poco agraciada; sin embargo, sus triunfos se sucedían, pero algunos seguían considerándola poco refinada para los cánones de la época.

En esos años, Audrey Hepburn marcaba los estándares de belleza, su película Roman Holiday era un éxito, y su estilo cosmopolita parecía ser el ideal al que aspiraban muchas mujeres; su atractivo era tan irresistible, que incluso María Callas quiso seguir sus pasos y transformó su apariencia a la usanza de Hepburn. La diva de la ópera decidió modificar su figura, y adelgazó de una manera considerable, después acudió al modista Hubert de Givenchy, -sí, el mismo que vestía a Audrey-, para que le diseñara un nuevo vestuario, y el cambio fue total.

El éxito de María Callas era indudable, las localidades en los escenarios en los que se presentaba se agotaban con semanas de anticipación, desde el teatro Colón de Buenos Aires, hasta la Scala de Milán, destacando su magnífica Aída, en el Palacio de Bellas Artes de México. Era cautivadora en todos los sentidos, su temperamento era imprevisible, al grado de que en una ocasión abandonó el teatro después del primer acto de la ópera Norma, por estar aquejada de un resfriado; ese día el escándalo fue tan grande que hasta la policía tuvo que intervenir para disolver los disturbios, pero el público todo le perdonaba a la diva, ya que hasta el presidente italiano y su esposa, que se encontraban entre el público y en cuyo honor era la función, dijeron que no se habían molestado con ella. Así eran las pasiones que provocaba.

Al igual que sus interpretaciones, la vida de María estaba llena de dramatismo. En 1959, se separó de su marido y representante, para iniciar una tormentosa relación con el naviero griego Aristóteles Onassis; la historia atrajo la fascinación de la prensa sensacionalista, y en esa época, la voz de la diva empezó a sufrir serios trastornos; el declive de su carrera inició y los escándalos sentimentales que protagonizaba al lado de Onassis se volvieron frecuentes. Después de varias presentaciones desafortunadas, la gran diva de la ópera decide retirarse del canto para dedicarse a la relación con el griego, pero éste la abandona para casarse con Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente estadounidense, John F. Kennedy.

Los últimos años, María se refugió en su departamento de París. Muere un día de septiembre de 1977. Tenía cincuenta y tres años.

La historia de María Callas es tan fascinante como su voz, pero la combinación de ambas resulta espléndida; de ahí que el Teatro Regio di Parma, Italia, la ha elegido como protagonista del segundo volumen de la colección de libros “I miti dell’Opera”.

María Callas, la Divina; es un bellísimo libro para niños, escrito por Cristina Bersanelli, con ilustraciones de Patrizia Barbieri. Al respecto, dice la autora: «Los niños necesitan saber que incluso en las vidas más extraordinarias hay fracasos o tiempos difíciles, y que cada moneda tiene sus propias desventajas».

El libro está editado en dos versiones: una en italiano y otra en inglés, incluye ilustraciones para colorear, las cuales pueden ser enviadas al Teatro Regio para que las publique en su página web.

Darío De Micheli, director de publicaciones del Teatro Regio señala: «La fuerza de I miti dell’Opera reside en la capacidad narrativa de los autores al contar hermosas historias vividas por personajes inolvidables, familiarizadas con los niños, y capaces de conquistar a abuelos, padres y maestros que pueden leerlos con ellos, quizás añadiendo recuerdos personales y acompañando la lectura con música».

Adriana Hernández Morales

Título: María Callas, la Divina

Autora: Cristina Bersanelli

Ilustraciones: Patrizia Barbieri

Ediciones del Teatro Regio di Parma, Italia.

Disponible en la taquilla, librería y tienda en línea del Teatro Regio di Parma. https://www.teatroregioparma.it/shop/

(El teatro no hace envíos a México, pero es posible adquirir el libro mediante las diversas plataformas de compra en línea)

Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.