A la memoria de mi maestro 
Víctor Espíndola Cabrera,

I
La emergencia sanitaria por el Covid 19 y la profunda recesión mundial en curso precipitó la crisis global del neoliberalismo y desató en México una disputa por la conducción de las políticas de Estado en todos los frentes. Andrés Manuel López Obrador apenas empezaba a enderezar el barco cuando nos alcanzó una pandemia que supone uno de los retos más grandes que ha tenido la sociedad mexicana.

Nadie duda que nos va a afectar severamente y que en la práctica TODO EL MUNDO ESTÁ EN RECESIÓN; tampoco está en duda que el sistema-mundo saldrá de esta crisis. El debate de fondo es el plazo, los ritmos, la profundidad de los daños y los métodos con los que saldremos adelante. Lo que está en el centro de todo este debate es el paradigma que nos servirá, en particular a la economía mexicana, para reintegrarse al dinamismo económico. A este entramado le llamo (parafraseando el título del libro que publicaron en 1981 Rolando Cordera Campos y Carlos Tello Macías, el primer secretario de Programación y Presupuesto en México, en los tiempos de José López Portillo) “La disputa por la nación”; para nuestro caso, la coyuntura es la disputa por la reactivación.

II
El anuncio del presidente el domingo de ramos hace énfasis en las mismas orientaciones que puso en práctica desde que asumió el poder de la república. Las medidas esenciales son las que están en marcha desde el inicio del sexenio: varios grandes proyectos de infraestructura (Dos Bocas, Tren Maya, ferrocarril transístmico y aeropuerto de Santa Lucía, esencialmente), un impresionante despliegue de recursos públicos dirigidos a programas sociales de los ciudadanos y las familias más vulnerables. Aparejado a estas medidas, está en marcha el ataque más frontal contra la corrupción y la impunidad en todos los niveles de la administración pública y una política de austeridad republicana que está ahorrando considerables recursos que antes se esfumaban para pagar a una burocracia tan dorada como ineficiente.
La respuesta fue inmediata, algunos empresarios (ni siquiera los más grandes, que están demostrando su compromiso con el proyecto de la Cuarta Transformación) se apuraron a denunciar que la propuesta de reactivación económica es más de lo mismo. Tienen razón, el presidente ratifica su compromiso con una salida distinta a las aplicadas en la larga noche neoliberal.

En el curso del debate, a los cuatro días, un sector de empresarios liderados por el Consejo Coordinador Empresarial solicitó una condonación de algunos impuestos que deben al erario y planes de salvamento para sus empresas. La propuesta fue pública y fue aderezada con temerarios pronunciamientos políticos, el CCE llamó a los mexicanos a prepararse para una revocación de mandato del presidente.
No le midieron bien el agua a los camotes, piensan que López Obrador es igual que otros presidentes que vociferaban a favor de la intervención estatal pero que se dejaban presionar por algunas élites brabuconas. Recordemos a Luis Echeverría, que le creó el más amplio apoyo a sus actividades productivas con condonaciones masivas de impuestos, creación de instituciones que permitían abatir el costo de la mano de obra, como la seguridad social, la educación gratuita, los precios bajos de sus materias primas y el financiamiento del déficit en la balanza comercial no agropecuaria, mediante la utilización de los excedentes de un campo mexicano que se extenuaba en el objetivo de industrialización a toda costa, el Infonavit, el Fonacot, Banobras, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, que promovía sus exportaciones y una política proteccionista que permitió continuar con el proceso de industrialización por sustitución de importaciones que ya acusaba signos evidentes de agotamiento. De los últimos años del sexenio echeverrista (1970-/1976) provienen las primeras escandalosas condonaciones de impuestos que recién apenas están terminando.

La polémica se escaló y el presidente les pidió que pagaran 50 000 millones que le deben al SAT quince de los empresarios que reclaman un programa diferente. La crisis apenas tiene tres semanas y ellos quieren un salvamento; es la vieja escuela del chantaje y la simulación que pusieron en práctica contra gobiernos ilegítimos de origen, o que siendo legales, eran repudiados por sus prácticas corruptas devastadoras de la hacienda pública.

III
Esta élite de empresarios pone en práctica la misma estrategia que usó en su trato con Luis Echeverría: amagar para obtener ventajas en los negocios o concesiones en la visión del país y de su desarrollo. En aquel tiempo aprovecharon bien la política de fomento a la industrialización, pero existe un consenso respecto a que esas medidas (32, específicamente dirigidas al sector) pudieron haberse utilizado en forma más dinámica, para colocarla como una clase empresarial más pujante a nivel de latinoamérica y el mundo, si hubiesen aprovechado al máximo el abanico de medidas que representó el manto protector más afanoso de que se tenga memoria. Ellos prefirieron la condonación de impuestos, el derecho de picaporte y el amago cuando, cerrilmente, pensaban que el gobierno los llevaba al comunismo. Era el tiempo de la guerra fría y sus valores y ecos se dispersaban por toda la sociedad., díscola y exacerbadamente explotadora.
El sector empresarial mexicano (como todas las clases y estamentos sociales) es un constructor histórico. Nació bajo el impulso de un sólido Estado nacional y pudo pervivir gracias a sus múltiples apoyos. Siempre tuvo una canasta básica barata para sus obreros, siempre contó con soportes estatales a la educación, la seguridad social, el crédito y la vivienda para los trabajadores. Cuando de vez en cuando surgieron protestas que se salían del control de los sindicatos oficiales, aquel Estado no dudó en usar la represión sangrienta como última recurso de dominación. Esa serie de circunstancias dio como resultado este tipo de empresarios timoratos, que ven la realidad nacional a través de las antiparras con las que la veían los polkos que en el siglo XIX combatieron al presidente Benito Juárez. Fue una burguesía que nunca pasó del capítulo XXV de El Capital, una clase social que jamás supero la acumulación originaria y sólo pudo pervivir tanto tiempo con esas prácticas proteccionistas y la dotación ubérrima del Estado-nodriza. Fueron esas características las que hicieron que desde su fundación, el Consejo Coordinador Empresarial recibiera el calificativo de lumpenburguesía; así la definió Juan Felipe Leal en un libro en 1975. Su dirigente era Manuel J. Clouthier, que después sería candidato a la presidencia de la república por el PAN.

IV
Cuando en su campaña presidencial Miguel de la Madrid Hurtado propuso la renovación moral de la sociedad, la reivindicación del municipalismo y la reconversión industrial, muchos desde la izquierda pensamos que los días de esa burguesía parasitaria estaban contados. No fue así, los grupos de presión pudieron insertarse con cierto éxito al nuevo modelo de desarrollo y nadie desde el gobierno les dijo que las reglas estaban cambiando de manera acelerada.
El neoliberalismo comenzaba su vigoroso avance en el mundo, montado en la ola derechista auspiciada por La Trilateral y, lo que aquí se comenzó a llamar reconversión industrial, obtuvo pronto un nombre rimbombante y prometedor en el mundo de la teoría económica: la globalización, impulsada por nuevos sectores industriales, por nuevos métodos de trabajo, por nuevas relaciones entre las clases y el Estado nacional y por un desarrollo impresionante de las comunicaciones y la tecnología digital. Apenas había tiempo para prepararse y la tecnocracia mexicana que tomó el poder a mediados del gobierno de Miguel de la Madrid, bajo el liderazgo de Carlos Salinas de Gortari, se propuso comenzar el desmantelamiento del viejo Estado proteccionista.
Apareció entonces una nueva clase política y empresarial emergente, formada una parte por tecnócratas, funcionarios cuyo denominador común era su exhaustiva preparación en las ciencias económicas, que habían cursado postgrados en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos e Inglaterra. La otra parte de esta exitosa asociación la constituyeron empresarios de los nuevos sectores de punta o que tenían interés en desarrollar el prometedor mercado de las telecomunicaciones. El más representativo de este conglomerado fue Carlos Slim. Este nuevo sector empresarial estaba desligado de los grupos de presión tradicionales y se aprestó a acompañar a la tecnocracia neoliberal en la propuesta de modernizar la economía y la política mexicana. Esta clase empresarial es ajena a las presiones corporativas y se asumió como contribuyente con los objetivos del Estado nacional.
Este nuevo híbrido dominante poco a poco se fue haciendo del control del Estado y acapararon las empresas de las ramas más dinámicas de la economía, como el petróleo, la minería, las telecomunicaciones y algunas pocas instituciones financieras. Ocurrió entonces el desmantelamiento casi total del viejo pacto corporativo; al lado de estos nuevos capitanes de empresa pervivieron, en un bajo perfil y absolutamente subordinados a ellos, los viejos organismos empresariales y la burguesía parasitaria, que no desapareció, pero que fue relegada de las grandes maniobras del mundo de las finanzas y la producción. Ahora mandaban los doctores de la ley educados en universidades extranjeras, hablaban el idioma de las reformas estructurales, el TLC, el nuevo orden económico mundial, que en nada se parecía al mundo de la segunda postguerra que dio lugar al modelo de industrialización por sustitución de importaciones. El nuevo paradigma atravesó todos los partidos políticos, en sus años de gloria; en el sexenio de Enrique Peña Nieto, las fuerzas políticas firmaron un pacto a favor del desarrollo y las reformas estructurales: el Pacto por México.

La transición a lo que se llamó la postmodernidad estaba consumada, pero bajo la tersa superficie de los fenómenos, en el subterráneo cenagoso de esa transición, el viejo topo de la historia seguía trazando sus propios caminos. Hubo elecciones, ganó la izquierda, se respetó su triunfo y llegamos a donde estamos.

E-mail: correochuan@hotmail.com