El tiempo pasa y la política del gobierno del Estado en los temas de género se encuentra alineada con la invisibilidad que ejerce sobre el tema el gobierno de México.

Si alguien sabe qué hace la Secretaria de Igualdad Sustantiva, Mónica Díaz de Rivera que nos informe.

Tras un buen historial como académica y activista en la defensa de los derechos de las mujeres, Díaz de Rivera enmudeció al asumir un cargo, donde sólo ha respirado burocracia.

El tema de las desapariciones de mujeres en Puebla es doliente y trasciende hacia varios municipios de la entidad, donde los casos aumentan y se resuelven con nulidad o con el terrible desenlace de la muerte de jovencitas.

La política de género en Puebla se circunscribe a llevar hasta los municipios cursos de “gelatinas artísticas” o ensalzar la operación de módulos de “apoyo” que están ahí, vacíos, desiertos.

Las mujeres siempre han sido buen caldo de cultivo para quienes ejercen la política del disfraz.

Sin tener estrategias de contención para la violencia de género, registros y padrones de desaparecidas, estadísticas, causas y un padrón de feminicidios en Puebla, los gobiernos estatales y municipales han resultado ser, los principales obstáculos para blindar a las poblanas frente al incremento de violencia doméstica y familiar en las zonas urbanas.

Quienes arriben a los nuevos mandatos deberán establecer la agenda de género valorando todos estos vacíos de justicia que han convertido a Puebla en una gran mortaja para que las mujeres alcen la voz no sólo exigiendo justicia, sino mayormente seguridad.

Con estos grandes vacíos, las desapariciones de mujeres siguen construyendo una gran ruta de ignominia en una Puebla donde se ignora el secuestro, la violencia, el maltrato o los asesinatos de decenas mujeres cuya única forma de adquirir visibilidad fue muriendo.

Después de una gran lucha para abrir espacios y crear las llamadas áreas y secretarías de género, se concluye que sólo el oportunismo se adueñó de estos espacios, desde donde algunas mujeres habilitaron la autocensura o la capitalización del feminismo en aras de amarrar salarios, pactar acuerdos o buscar nuevos huesos de politiquería.

La gran decepción en Puebla ha sido la ausencia de un trabajo real, oportuno y vigente que hiciera visible la dramática condición de jóvenes en zonas rurales donde su desaparición no encuentra ni siquiera el poder de la denuncia.

Será importante exigir a quienes llegan a la gobernanza, establecer agendas de género no sólo con nombramientos, creaciones de comisiones o programas faranduleros.

Urge contar con un padrón de desapariciones y feminicidios en Puebla, así como con un mapa de riesgo y un observatorio que involucre la participación de la sociedad como conector real con las acciones gubernamentales.

En Puebla las mujeres estamos decepcionadas frente a la inoperancia de las llamadas Secretarías de Igualdad Sustantiva donde sus titulares sólo han dormido el sueño de los justos o han brincado la barrera del activismo para convertirse en voceras de proyectos políticos.

Los temas de género son un gran pendiente en las agendas públicas de gobiernos que se resisten a reconocer las escalofriantes cifras de desapariciones y muertes que vulneran a cientos de ellas quienes hoy se han convertido en mujeres de papel.

@rubysoriano
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