Una de las prácticas que más crece en México y en América Latina es la santería, una religión iniciática afroamericana, fundamentada en la creencia de un (dios) creador, Olodumare, que gobierna el universo y se llega a él a través del culto a los orisha, deidades que fungen como sus intermediarios con el hombre.

Aunque existen varios textos sobre la santería por ser una práctica iniciática, la mayor parte de sus conocimientos son secretos y son transmitidos de mayores (“padrino”, “madrina”) a menores (“ahijado”, “ahijada”) de manera oral.

De acuerdo con Nahayeilli Juárez Huet, adscrita al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) Peninsular, la religión también conocida como Regla de Ocha-Ifá, nació en Cuba y surgió del encuentro entre las creencias de los esclavos africanos traídos a América durante el comercio transatlántico del siglo XVI al siglo XIX, las religiones de los esclavistas y las nuevas prácticas religiosas que tuvieron lugar en el suelo americano.

Comúnmente, los practicantes de la santería la reivindican de un sustrato yoruba, categoría étnica vinculada con la población del sudoeste de la actual Nigeria y parte de Benin y Togo, la cual más adelante, incorporó elementos del espiritismo europeo y se fue complementando con otras prácticas religiosas que surgieron en Cuba, como el Palo Monte de origen bantú.

“La santería ha sido producto de procesos sociohistóricos que ponen de manifiesto cómo se producen distintos ajustes de sentido y praxis religiosa dentro de procesos de circulaciones transatlánticas que incluyen a México”, resaltó.

Origen mítico

Algunos practicantes consideran la palabra “santería” como un término mal empleado para referirse a la religión Regla de Ocha, que tiene un paralelo en la rama bantú con el Palo Mayombe y el culto a Ifá, sin embargó de acuerdo a William Oraá, babalawo (sacerdote de Orúnmila o Ifá) y vicepresidente de Relaciones Internacionales de la Institución Religiosa Bantú de Cuba, la religión tiene un origen yoruba.

“Es el nombre que le dan los antropólogos y los investigadores para poder manejar una mejor comunicación, para que llegue la palabra al resto de la población. Pero realmente es religión de origen yoruba o religión bantú lo que se conoce como santería o Ifá”.

La religión yoruba surgió en África hace más de cinco mil años a través del culto a la naturaleza, donde cada elemento era representado por una deidad diferente, según cada tribu, aldea o tierra.
Con el inicio de la compra aleatoria de esclavos de diversas regiones —entre los que no se encontraban príncipes ni líderes—, dio paso a una mezcla de conocimientos y rituales heterogéneos en el nuevo continente.

El yoruba que participaba en la casa como nana, sirviente o calesero escuchaba desde el portal, el traspatio o la cocina, la misa espiritual que realizaba el hombre blanco, que era católico y conocía el espiritismo, ya que este nació en Europa, describió William Oraá.

“Cuando hacían las misas espirituales y se hacía la llamada, viene el que viene. Había muchos congos, muchos yorubas que eran esclavos o domésticos dentro de la casa, y se convertían, se posesionaban esas espiritualidades de ellos. Los blancos empezaron a darle participación a esos congos y, a la vez, los congos y los yorubas comenzaron a introducir el espiritismo dentro de las religiones africanas”.

Los orishas

Desde una perspectiva de análisis nutrida por la antropología y el estudio multisituado de la misma religión, Juárez Huet considera la santería como una variante de una tradición más amplia: la “tradición orisha”.

“Orisha son las deidades a las que se rinde culto en la santería, el candomblé y otras modalidades que surgieron en América como vínculo con lo yoruba, y también de otras prácticas de origen africano con las que se mezclan”.

De acuerdo con Rigel Patrón, santero radicado en Mérida, Yucatán, la religión se basa en el apoyo de la naturaleza y todos los elementos y movimientos de la misma. “En eso se basan nuestras adivinaciones, los cultos y los trabajos. Vamos rindiendo culto donde cada uno de los orishas representa algún elemento de la naturaleza. Todo contiene una espiritualidad y con base en esa espiritualidad es que nos movemos”, expresó.

Uno de los puntos centrales son las ceremonias, las cuales buscan propiciar, generar o apaciguar las fuerzas que existen en el universo, para lo que se realizan ofrendas, cantos y promesas a los orishas.

Una de las ceremonias más importantes es la coronación o iniciación en santo (término popular para designar a un orisha), donde un orisha se asienta simbólicamente en la cabeza del iniciado para establecer una relación de intercambio que le permitirá sortear la vida.

El ceremonia no es accesible a los no iniciados, ya que se transmiten secretos importantes para ascender a diferentes niveles. Durante esta, se realizan lecturas del oráculo personalizadas para los iniciados; se les habla de su presente, pasado y futuro; se establecen ciertos tabúes y se dan símbolos esotéricos personales que solo pueden conocer las familias de los iniciados y los sacerdotes que los inician.

Sin embargo, existen ceremonias públicas como la de “el toco de tambor” donde se percute un trío de tambores llamados Batá para hacer un llamado a que los orishas se manifiesten y den sus mensajes a la gente.

Las consultas

Los consultantes acuden a los santeros buscando resolver alguna situación. A través de los oráculos y técnicas como la mediumnidad, la santería ofrece al consultante la posibilidad de comunicarse con los agentes divinos que les dan mensajes para afrontar situaciones difíciles.

Se cree que los agentes divinos pueden ser orishas, espíritus de muertos y ancestros, quienes tienen un efecto visible en la vida cotidiana. Algunas personas los pueden encontrar en sueños y en visiones, en donde dan explicaciones de ciertas tragedias, accidentes, pruebas o milagros. A partir de las interpretaciones de los oráculos y del diálogo con el consultante, se indica el procedimiento a seguir para poder ayudarlo.

La base social de la santería se conforma por la familia ritual, llamada también “la familia” o “casa de santo”.

En el conjunto conformado por padrinos, ahijados y hermanos de santo, entre otros, la jerarquía se determina en un primer momento por criterios como la edad religiosa, es decir, la antigüedad de su iniciación.

Los babalawos (los padres del secreto) son quienes tienen la mayor jerarquía y esta se vincula también con el tipo de oráculo (sistema de adivinación) que utilizan.

Dichas jerarquías son complementarias, pues las personas de mayor rango no siempre tienen las mismas competencias que pueden desarrollar santeros con una jerarquía menor.

Su llegada a México

Antes de su aparición como práctica religiosa, la circulación de sus símbolos en México inició en el ámbito de la música y del cine. A finales de la década de los setenta, la religión surgió en la Ciudad de México y zonas aledañas, mientras que en Yucatán apareció dos décadas después, de acuerdo con Juárez Huet.

A raíz de la migración de cubanos a Estados Unidos tras la revolución de 1959, los primeros santeros que hicieron ceremonias de iniciación en la Ciudad de México provenían de Miami.

En Cuba, las religiones afroamericanas fueron perseguidas y consideradas “de pobres y negros”. No fue hasta algunos años después que fue reconocida como herencia cultural dentro del proceso de patrimonialización.

A partir de 1990, el boom del turismo religioso en Cuba marcó una importante etapa en la circulación y crecimiento de la santería en América Latina. La isla se convirtió en uno de los destinos más visitados por turistas mexicanos, al mismo tiempo que las migraciones entre la población cubana y de diversos países con los que retomaron lazos influyeron también para que la santería creciera en México.

En la ciudad de Mérida, Yucatán se dio por la circulación de artistas cubanos contratados por una variedad de bares y restaurantes para presentar shows durante la década de 1990. “Muchos de ellos eran santeros e introdujeron a varios mexicanos que son de esta generación en esta religión”, apuntó la investigadora.

¿Quiénes son santeros?

El rango de gente que practica la santería es amplio y no se trata de los estratos económicos más bajos, pues se requiere una inversión material y humana que no muchas personas poseen. Una ceremonia de iniciación puede costar desde 35 mil hasta 100 mil pesos debido a que implica el trabajo de mucha gente, así como la utilización de insumos y objetos particulares.

Se practica en los sectores medios predominantemente y en ciertos sectores acaudalados, que suelen ser los más discretos. Al estar estigmatizada, los santeros no siempre revelan que lo son, por lo que todavía no se puede arrojar una cifra definitiva sobre el número de practicantes.

En la actualidad la santería tiene presencia, a través de varias adaptaciones, en diversos mercados que representan espacios de circulación en los que se desacralizan sus elementos y donde la religión confluye con ofertas de botánica, jabones y yerberías, entre muchas otras.

Cabe mencionar que en 2005, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) proclamó Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el sistema de adivinación de Ifá, uno de los pilares de la tradición orisha, lo que dio como resultado la proliferación de asociaciones, consejos y organizaciones internacionales, con sedes y filiales en más de un país que buscan promover y capitalizar dicho reconocimiento en sus comunidades religiosas locales.

Con información de Conacyt