Con la inesperada, inadvertida, inverosímil e infame muerte de Martha Erika Alonso Hidalgo y Rafael Moreno Valle perdemos todos.
El PAN pierde a su candidato más fuerte para 2024, sus acciones desde la llegada al Senado fueron claras: mostrarse como el único contrapeso ante el tsunami López Obrador, lo cual lo posicionaría para la presidencial.
Puebla pierde a su gobernadora y pierde estabilidad.
El PAN pierde a su primera mujer gobernadora.
Morena pierde credibilidad no sólo a nivel local sino también nacional, y es que la polarizada y violenta jornada del pasado 1 de julio, aunado a los discursos el conflicto postelectoral -incendiarios hasta el pasado 15 de diciembre- se mantienen vivos.
El periodismo imparcial pierde ante los fanáticos que desde sus letras y conscientes de su posición se dedicaron a difundir teorías de conspiración y presentar culpables.
¡Ya siéntese Mario Alberto!
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, tendrá que cargar con los difuntos y deberá compartir el peso con Miguel Barbosa, quien pierde la oportunidad de llegar a la gubernatura, pues acaba de perder la función de contrapeso que pretendía ser [al menos en discurso] contra Alonso Hidalgo.
También pega al Congreso de Puebla y alcaldes de Juntos Haremos Historia, pues ya no hay a quien culpar de las “trabas”, los emisarios y las amenazas: Moreno Valle y Alonso Hidalgo ya no son un argumento.
Ahora, todo lo que salga mal será por su propia culpa.
Puebla deberá dejar atrás la cuarta transformación si quiere evitar la ingobernabilidad.