La incertidumbre que existe en el sector de inversión privada sobre el futuro de México, obligó al Fondo Monetario Internacional (FMI) a que por tercera vez en lo que va del año, redujera la expectativa de crecimiento de la economía para 2019.

La reducción ha caído en un 0.7 por ciento, dejando la estimación de crecimiento en el primer año a sólo el 2.3 por ciento.

La nueva tasa es inferior a la de 2.5 por ciento prevista apenas en octubre, a la de 2.7 por ciento de julio y a la tasa de 3 por ciento de enero y de abril.

Por otra parte, en el reporte conocido como Artículo IV, el FMI señaló que “la inflación general ha disminuido notablemente durante el último año, pero recientemente se ha acelerado un poco hasta 5.0 por ciento en septiembre, en medio de los crecientes precios de la energía”.

También recortó las proyecciones para el presente año al señalar un crecimiento del PIB de 2.1 por ciento, cuando en julio pasado había mantenido su estimado en 2.3 por ciento.

En el mediano plazo, el FMI estima que se dinamice la economía mexicana de forma paulatina sin llegar a rebasar el 3.0 por ciento. Para 2020, estimó la expansión del PIB en 2.6 por ciento y en los siguientes tres años en 2.9 por ciento anual.

Por ello sugirió a México perseverar con la agenda de reformas estructurales para impulsar el crecimiento, mejorar el estándar de vida y reducir la pobreza y la desigualdad, además impulsar los ingresos fiscales no petroleros y ser cautelosos sobre la introducción de exenciones fiscales o reducción de tasas, ya que se podrían crear distorsiones y erosionar la base gravable.

Bajo su perspectiva, hay espacio para impulsar el IVA y gravar el consumo de combustibles, contrario a lo que ha prometió el presidente electo.