Por Ruby Soriano

Seguramente somos varios los poblanos quienes hemos hecho un ejercicio de simulación mental para imaginar lo que le diríamos a Claudia Rivera Vivanco si la tuviéramos enfrente.

Quitemos las filias y fobias para verla en una perspectiva de cruda realidad.

A dos años de haber llegado a la presidencia municipal de Puebla hemos visto mucha política, guerras internas, corrupción, ineficiencia, activismo gubernamental y trabajo a cuentagotas siempre precedido por su “limitación” para destinar recursos, que es lo que realmente queremos los poblanos.

Como ciudadanos nos interesa que las autoridades respondan a lo que de manera inmediata y próxima está en nuestras necesidades cotidianas: Servicios Públicos, Seguridad, Programas REALES de apoyo para población en condiciones de pobreza, etc.

Ahora bien, hoy nos enteramos que el Ayuntamiento de Puebla, sí el mismo que pregonaba transparencia, donde se presumía que no era como “el Gobernador”, hizo lo mismo. Reservó por cinco años los contratos que signaron durante la pandemia, así como los padrones de beneficiarios de despensas.

¡Qué bonito negocito! Digamos que se recurre a lo oscurito para que no se caiga el teatrito.

Cinco añitos para saber a dónde fueron a parar las paupérrimas despensas que durante la pandemia la comuna entregó a la población de escasos recursos.

Cinco años para enterarnos si la hermana incómoda sobregiró los precios de compra de víveres.

Así es como Rivera Vivanco iguala a los que critica, pero hoy los emula de manera milimétrica.

Seguramente varios tenemos ganas de tener a Claudia enfrente para decirle que antes de hablar de reelección o de escuchar sus típicos discursos a manera de poesías setenteras de izquierda desfasada, nos responda cuándo podremos circular por las calles de la ciudad sin los enormes cráteres que vemos por todos lados, ver a la ciudad limpia, poder ir al Centro Histórico a comer, de compras sin lamentarnos de tanta inseguridad, comercio informal y prostitución a plena luz del día. Ya sólo falta ver los giros negros en los portales o afuerita del Palacio Municipal.

Sus funcionarios dejaron de atender las necesidades de una ciudadanía para dar paso a un trabajo de proselitismo donde en este tiempo de gobernanza han seguido dos vertientes: Golpeteo con el Gobernador y hacer proselitismo interno para fortalecer un proyecto político sin pies ni cabeza.

Muchos de sus actuales funcionarios en conversaciones off the record cuentan cómo se articulan los negocios personales del primer círculo de la edil. Narran cómo se les pide a los funcionarios dejar pasar, dejar hacer o hacerse a un lado cuando se trata de licitaciones o asignaciones donde los moches fluyen a nombre del Che Guevara y con la bendición de la “austeridad republicana”.

Considero que a estas alturas Claudia y su equipo saben que el teatro se cayó. Que la mejor muestra de su incompetencia es ver a Puebla en condiciones lamentables.

Claudia empezó como como rehén de los intereses de poder emanados de un sexenio que vio en ella la presa perfecta. Nuestra Presidenta se deslumbró con su primer viaje a Washington, luego le pusieron en charola “asesores”, gurús, gabinete y negocios.

Hoy a ella y varios de su equipo les gusta y mucho levantar el puño revolucionario para proclamar a la izquierda, pero buscar vivir a todo lujo como la derecha.

¿Queremos tres años más a Puebla en un limbo de izquierda disfrazada?

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