Casi la totalidad de los 25 millones de habitantes de Shanghái fueron confinados el sábado, debido al peor brote de coronavirus en China en dos años, y en unas condiciones muy estrictas que hacen que los padres teman ser separados de sus hijos.

En los últimos días en el epicentro de una nueva ola de contagios en China, relacionada con la variante ómicron, que comenzó a acelerarse a principios de marzo.

Para evitar un confinamiento total, perjudicial para la economía, las autoridades municipales primero confinaron alternativamente las dos mitades de la ciudad para realizar un cribado general.

La parte occidental de Shanghái (Puxi) fue confinada el viernes, cuando el este (Pudong) debía levantar sus restricciones después de cuatro días de encierro.

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El sábado, el ayuntamiento anunció finalmente un mantenimiento más o menos estricto de las medidas en la casi la totalidad de esta parte de Shanghái, donde se encuentran los emblemáticos rascacielos del distrito de negocios.

Esta decisión equivale a un confinamiento de facto de la ciudad más grande de China, donde están implantadas numerosas multinacionales y que representa alrededor del 4 por ciento del PIB del gigante asiático.

Ante el repunte epidémico, varias salas de exposición de la metrópoli fueron transformadas estos últimos días en centros de cuarentena improvisados.

Algunos padres dicen que temen que se les confine si dan positivo, y también están preocupados por sus hijos, de los que podrían ser separados, en virtud de estrictas medidas de aislamiento, y pese a las alternativas que les han ofrecido, estás no los convencen.