Con y sin virus están en un anonimato donde la angustia también los ha alcanzado.

Mirar al gremio de las enfermeras y médicos no es sencillo. Se entiende cuando uno de nuestros familiares forma parte de ese ejército de los hombres de blanco que hoy están muy lejos de ser “Susanita Distancia”. Ellos son de carne y hueso. Están alertas y vulnerables igual que una población civil que espera el coletazo del Covid-19.

Muchos son los médicos que están trabajando al pie del cañón, lo hacen como pueden y con la escasez insultante de una sistema de salud carcomido por los déficits no solo de medicamentos, sino de la infraestructura hospitalaria que está a años luz de poder contar con la tecnología y herramientas necesarias para hacer un trabajo real de prevención frente a la pandemia que hoy nos invade.

Los médicos narran esas historias donde se les reconoce la valentía de estar en el frente de guerra y sin armas.

Muchas historias se repiten como la imagen que hoy invade a los hospitales mexicanos donde no se tiene lo mínimo como guantes, cubre bocas o ropa especial para atender a quienes están llegando como sospechosos o contagiados de Coronavirus.

La narración de los médicos nos hace pensar en lo bizarro que resulta la campaña caricaturesca de Susana Distancia cuando en muchos municipios de Puebla o comunidades rurales del país hay déficit de camas, guantes y ni siquiera llegan a un respirador para atender a aquellos pacientes que presenten los síntomas más severos del Covid 19.

La realidad de los médicos, enfermeras y hospitales en Puebla y en nuestro país no se puede alejar de esa visión cruda que nos comparten quienes están día a día atendiendo desde la paranoia de cientos de pacientes, hasta la realidad de los que son sospechosos y se les envía a su casa para aislarse sin ser sometidos a las pruebas para comprobar si ya son portadores del virus.

Y hay que decirlo, la realidad del mejor epidemiólogo del país debe contrastar con la de sus colegas médicos quienes le pueden contar y compartir a cada momento lo que padecen en el frente de guerra.

En los grandes hospitales y centros de salud, hay otros héroes todavía más vulnerables. Ellos son los pasantes y residentes que con su juventud están ahí, haciendo guardias y quienes en algunos casos son a los primeros que están enviando al frente de batalla para “explorar” a quienes llegan con la sospecha del peligroso contagio.

Desde la óptica de algunos médicos, el Gobierno de México está buscando contener el pánico pues sabe que no se cuenta con la suficiente infraestructura y medicamentos en caso de tener un repunte excesivo de contagios.

La versión de los médicos también coincide con el interés del Gobierno de México de evitar una parálisis que colapse la economía nacional.

Sin embargo, para ellos, para los médicos, los que están día a día en los hospitales, en las clínicas, en los centros de salud, en los centros médicos rurales, la prevención sigue siendo lenta y la gente aún no dimensiona los riesgos de contraer este virus que no solo tiene en vilo la vida de un país, sino que exige la reacción más rápida y efectiva de autoridades que hasta hoy se han quedado a medias con Susana Distancia.

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