Aunque el megadolón, la especie que habitaba los mares hace 23 millones de años y se había coronado como el rey de los océanos, fueron los tiburones blancos uno de los responsables de su extinción.

Así lo advierte un estudio publicado por la revista Nature Communications, que señala que el declive de algunas de este ejemplar capaz de alcanzar los 20 metros de longitud llegó tras tener que competir contra los tiburones blancos y otros cazadores marinos por comida.

La investigación se ha centrado en la posición de estos y otros escualos en el nivel trófico, el lugar que ocupan en el ecosistema. En este contexto, la dieta desempeña un papel importante para comprender el estilo de vida y la ecología de un animal.

En concreto, los autores han analizado el zinc que se incorpora al esmalte de los dientes cuando se forman, un elemento que puede utilizarse como indicador para entender la dieta de una especie e inferir su nivel trófico en el ecosistema.

Los resultados indican que, pese a ser mucho más grandes que el tiburón blanco, los megalodones fueron los perdedores en su particular competición por los recursos alimentarios.

El equipo internacional de científicos, liderado por Jeremy McCormack desde la Universidad Goethe de Frankfurt (Alemania), ha usado el isótopo de zinc Zn-66 para evaluar geoquímicamente el nivel trófico de 20 especies de tiburones vivos, incluyendo individuos de acuario y salvajes, así como 13 especies fósiles, entre ellas el megalodón (Otodus megalodon).

Así se confirmó que este isótopo presenta una estabilidad formidable, conservándose sin alteraciones a lo largo de períodos geológicos, y que sirve para indicar los niveles tróficos de las especies.

“El zinc es esencial para los organismos vivos y desempeña un papel crucial en varios procesos biológicos. En los tejidos de los vertebrados, por ejemplo, proviene principalmente de la dieta y sus isótopos son un indicador útil del nivel trófico en los mamíferos”, explican los autores en su estudio.

Al comparar los valores de isótopos de zinc del megalodón y el gran tiburón blanco dedujeron que en algún momento del Plioceno temprano –hace entre 5.3 y 3.6 millones de años aproximadamente– sus niveles tróficos se superpusieron y es posible que compitieran por las mismas presas, como los cetáceos (ballenas) y otros mamíferos marinos.