Por Ruby Soriano

Territorio milenario de familias que se enlazan con esos parentescos únicos donde la identidad se defiende a “horca y cuchillo” sobre todo cuando se trata de su gente, sus costumbres, no así para sus gobiernos.

En San Pedro Cholula, Paola Angón arribó como una presidenta rehén de los grupos de poder que defienden negocios personales, poder caciquil, parentescos indeseables y el reducto de lo último que queda del morenovallismo.

Paola es desgraciadamente un buen ejemplo de la mujer que se topó con el triunfo a billetazos pero con la orfandad de su género, desde donde ha soltado las riendas, para que sean otros, los que designen, conduzcan, pacten y conjuren no en favor de los ciudadanos, sino en beneficio de los grupos de poder.

Hay que recordar que, San Pedro Cholula viene de una administración de excesos, donde “la pareja imperial” (Luis Alberto Arriaga y Leticia Torres) se dieron manga ancha con los recursos municipales para viajes de placer o para sellar los jugosos negocios a través de la dinastía Arriaga.

Del otro lado, en San Andrés arribó el panista Edmundo Tlatehui, un personaje cuyo tufo de las épocas doradas de Leoncio Paisano no se puede ignorar, sobre todo cuando varios constructores y empresarios de la zona recuerdan lo “buen negociador” que es Tlatehui sobre todo a la hora de liberar permisos de uso de suelo o licencias de construcción en una de las zonas de más alta plusvalía.

Este personaje está haciendo todo lo que se le ponga enfrente como para limpiar su imagen, incluso copiar a santo y seña lo que hace su homólogo Eduardo Rivera.

Para los Cholultecas la desgracia es tener a dos ediles cuyas primeras señales incomodan y advierten que se repetirá la vieja historia del saqueo, la corrupción y los excesos.

Paola Angón y su brillante asesor Jorge David Rosas Armijo, el dedo chiquito de la finada Martha Érika Alonso.

Y del otro lado, Edmundo Tlatehui y el nombramiento en seguridad pública de un personaje violentador y represor como Humberto Rivera García.

Como si esto no bastara, Tlatehui también se da el lujo de vetar a los periodistas vía su jefa de prensa Rosalía Cerecedo, cuya escueta y raquítica trayectoria mediática se concreta a ser peón de otras comunicadoras del antiguo oficio del chayote.

Presidente Tlatehui, conviene le explique a su jefa de prensa, que no todo el manejo de una comunicación política en gestión gubernamental se concreta a la compra de espacios publicitarios o el mediocre manejo en redes sociales con sintaxis deficiente.

A esta señora hay que explicarle que el periodismo se ejerce en libertad sin derecho a veto y sin mordazas por encargo.

Me dicen, me cuentan, que alguien se frota las manos con los negocios en materia de comunicación, ¿será?

Ambos panoramas reflejan la desafortunada suerte de Cholula y el saqueo que desde tiempos milenarios se pretenden seguir haciendo, al principio o al final de cada trienio.

Y como reza el durísimo refrán: Ya los saquearon y los volverán a saquear.  

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