9 de Julio 2020
Epistolario
116 días de aislamiento
Querida Mónica,

Espero que mi carta te encuentre muy bien, manteniéndote sana y en casa. Me siento a escribirte hoy en la cocina, con la montaña de trastos limpios a mis espaldas y un té de menta que me he hecho como premio por haberlos lavado. Por la ventana una luz de oro inunda el espacio mientras yo observo al bebé que en el jardín corre de un lado hacia otro, pegando con la manita en las hojas de los arbustos y sentándose junto al rosal donde señala las hojas nuevas y los botones de flor.

Para mí, y para mi pequeña familia, estos días son de resistir, resistir la monotonía, resistir el hastío, resistir las ganas de abrir nuevamente la puerta del refrigerador, resistir el impulso de salir de casa, resistir el pánico de no estar trabajando al ritmo que uno quisiera, resistir la infodemia, resistir la preocupación y la incertidumbre.

Aún así, han pasado los días en la rutina y la disciplina y se nos ha, quizás, borrado la noción de que llevamos encerrados ya más de tres meses. Al principio la novedad acaparaba buena parte de nuestra energía, pero ahora viéndolo con perspectiva me es claro que el aislamiento sí que era voluntario y solidario; mientras que ahora siento que vendrán semanas de resguardo por genuino temor al contagio cada vez más común. El círculo se cierra y me encuentro angustiándome muchísimo por mis padres, por la familia a la que no podemos ver ni apoyar porque están lejos, por las personas que son importantes para nosotros.

No sé ustedes, pero en nuestra casa hemos tenido que sentarnos a sostener conversaciones y hacer acuerdos “por si acaso sucede”, cosa que da un tinte totalmente diferente a esta enfermedad y los sacrificios que se deben hacer en adelante. Además ¿puedes creer que encima de estar viviendo una pandemia, hayamos pasado también un temblor, polvos del Sahara, tormentas con lujo de granizo y disturbios a nivel nacional e internacional? ¡Esto ya parece maldición bíblica!

Hace unos días tuve que salir al doctor para las vacunas del bebé (impostergables ya) y en el camino miraba a la gente por la calle, algunos con sus cubrebocas procurando dar espacio, otros sin ninguna protección ni distancia segura. No hay una respuesta uniforme al tremendo problema que enfrentamos, pero en verdad podemos esperar que en este país de desigualdad bestial algún problema sea parejo? ¿Cómo se hace una estrategia de combate a un virus tan letal como este en un país tan dispar?

Desde hace algunas semanas me pregunto lo que aprenderemos de todo esto, y cómo es que la historia registrará nuestro actuar colectivo. ¿Qué es lo que se había hecho antes para responder a una pandemia, qué de lo que estamos haciendo es parte de la experiencia que nos dejaron otras epidemias, lo que marcará un cambio definitivo en cómo vemos la salud pública o los testigos que quedarán de la prensa durante esta crisis?

Buscando respuestas comencé a leer “American Pandemic” de Nancy K. Bristow. Aún no lo termino pero versa sobre la epidemia de influenza en 1890 y cómo preparó para hacer frente a la pandemia de 1918 en EEUU. Me interesó especialmente el énfasis que hace en las respuestas documentadas de la gente y de la prensa en su momento. Luego, justamente, la autora ofrece un recuento de políticas e instituciones que surgieron a partir de ambas epidemias. Explica algunas maneras en que la pandemia de la mal llamada “influenza española” afectó no sólo a las poblaciones, la manera en que reaccionaron las comunidades de diferente índole ante los retos de no tener información ni métodos precisos para responder al problema, obligándolos a improvisar. Finalmente esa experiencia extrema dejó un abanico de políticas públicas y nuevos protocolos que se implementaron a partir de esa pandemia de 1918 y que catapultaron múltiples avances médicos del siglo XX.

¿Nosotros cómo pasaremos a la historia? Recuerdo cómo pensábamos que sería este país si tan solo hubiera oportunidad de cambiar el rumbo, las políticas depredadoras, el proyecto de nación. Si además de desnudarnos como sociedad está pandemia no nos deja una tremenda lección de la importancia de lo público ¿qué nos queda?

Desde estas cuatro paredes te saludo, Mónica. Con la esperanza de verte pronto y enseñarte a hacer las tortillas como tenemos pendiente desde hace meses.

Siempre
Bilhá

Twitter: @Clitemnistra


Periodista. Escribe sobre asuntos internacionales, crisis, conflicto y periodismo. Previamente corresponsal en Jerusalem.