Puebla y los poblanos merecen el recuento de los votos. Aún más, el recuento de los daños. Lo que ha sucedido, refieren quienes tienen buena memoria, cosa rara en la política, es un hecho histórico: que el TEPJF revise las urnas y los votos.

Pero no es suficiente para satisfacer a una sociedad que ambiciona y necesita un cambio y que decide hacerlo solo a través del voto. Es una sociedad madura que no ha escogido un camino violento.

Sin embargo, parece ser que políticos y funcionarios electorales no alcanzan a comprender que todo, hasta sus trapacerías e incapacidades, tiene un límite. La sociedad se cansa.

Más allá del conteo de los votos, que evidencia la enorme capacidad y profesionalismo para traquear una elección, está el recuento de los daños.

Qué situación y sensación se quedarán en el ambiente poblano durante los próximos seis o más años.

No hay duda, en tanto el País marcha por un camino Puebla va por otro.

Es la excepción.