56 días de aislamiento
Epistolario 3
Querida Jezi,

¡Muchas felicidades! Espero que hayas pasado un día muy festejada y rodeada de amor, disfrutando además de la relajación de las medidas de confinamiento con los cortos paseos al mar con el bebé. Me gustó saber que al gordito le gusta ver pasar los barcos, es de esas fijaciones que quizás se hacen parte de las personas para siempre: el admirar el constante movimiento del mar, sus sonidos y el olor maravilloso a sal. Ya vendrá el verano y la oportunidad de meterle esos piecitos en el Mediterráneo. Qué bonitas sensaciones puede uno revivir a través de esas primeras experiencias de los hijitos.

Me parece tan raro leer que salen al fin de paseo cuando llevan tanto tiempo encerrados y sólo ahora van cediendo las restricciones en Barcelona. Mientras tanto, nosotros vamos en el punto más difícil de la pandemia. Vemos todos los días con ansias la conferencia informativa de López Gatell (el subsecretario de salud) con la esperanza de que haya una mejora, alguna indicación de que lo que estamos haciendo esté rindiendo fruto. Hasta ahora parece que las predicciones y la estrategia que han implementado en México están reflejándose en los casos y muertes registradas que van cayendo en las cifras previstas. Yo tengo el corazón puesto en que la estrategia que han implementado sea un rotundo éxito. No me atrevo a pensar lo contrario.

Lo bueno es que ha llegado la lluvia. ¿No te encantan las tardes nubladas? El regalo de la primavera en Cholula es el espectáculo que ofrecen los volcanes al amanecer todos cubiertos de nieve y luego desaparecen entre las nubes por la tarde. Siempre me ha gustado encontrar, al menos una vez al año, que el volcán sea la portada de los diarios locales. Por ahora es un consuelo pobre, pero sigue siendo incomparable el salir a admirar a los volcanes, inamovibles, gigantes y bellos.

Hoy que es 10 de Mayo he estado pensando en lo mucho que ha cambiado la vida desde que nos hicimos mamás, lo mucho que hemos aprendido y lo mucho que me hubiera gustado vivir esta experiencia estando más cercana una a la otra.

¿Festejaste en casa el día de la madre? Nosotros festejamos con café y un pastel casero que quedó sabrosísimo (el secreto estuvo en ponerle más banana para que quedara suavecito). Al final del día nos contentamos con poder estar juntos y continuar la vida con sus altibajos y sacrificios. Bien dice mi amiga Montse “podemos con esto y más” y tiene mucha razón.

El festejo austero me recuerda a la infancia en Bélgica, cuando nuestros grandes lujos eran las largas caminatas por el parque. Me hace pensar en nuestros vecinos que aún después de tantos año tras la Segunda Guerra Mundial seguían conservando algunas de las prácticas de la postguerra, guardando la sopa y las papas en el sótano, cosas que en la bonanza del consumismo de los noventas se fueron volviendo cosas de viejos. Así, parece que esta experiencia de la pandemia, el confinamiento, las pérdidas, las decisiones ineludibles, el cambio en las relaciones, también será el gran trauma de nuestros contemporáneos. Nunca antes nuestra generación ha pasado una pandemia tan terrible que tomara todas aquellas cosas que valoramos de nuestro mundo globalizado y las tornara en contra nuestra matando a tantos en tan poco tiempo, cerrando las puertas y ventanas, escondiéndonos detrás de mascarillas.

Disculparás el tono pesado. Para mí la semana pasada ha sido particularmente dura. Una mañana desperté a la noticia de que una colega que conocí en Jerusalem, a quien yo admiraba enormemente, Ana Alba, había fallecido después de batallar contra el cáncer. Es indescriptible el vacío que deja alguien como ella, quien, lo que tenía de profesional lo rebasaba en lo buena persona que era. Tenía una capacidad tremenda de reportear con compromiso social, con una capacidad envidiable para encontrar en las historias y personas entrevistadas los hilos que tejían su lugar en la comunidad y el mundo, y a su vez tirando de la fibra que conectara al lector con esa realidad que ella describía. De verdad era excepcional.

La partida de Ana coincide con el hecho de que sumamos ya más de 50 días en aislamiento. A estas alturas ya no me recuerdo de contar los días, pero darme cuenta de que habíamos llegado a los cincuenta me ha caído como una carga sofocante. La última vez que conté cincuenta días fue durante la guerra en Gaza en 2014 que pasé en el Este de Jerusalem reporteando para la radio de noche y aguantando el calor y la incertidumbre en el día. Me pican los recuerdos, las sensaciones que asocio a ese miedo y ese verano de tanta soledad que aún ahora guardan sonidos y olores insuperables.

Curiosamente mi solución al agobio entonces fue conservar la normalidad en la medida de lo posible, cosa que también ha sido nuestro objetivo en casa para este periodo. Decidimos enfocarnos a mantener nuestra rutina, y lo hemos logrado de manera general, aunque el trabajo va trastabillando. Aún así temo que el encierro prolongado dañe a mi hijito, deteriore su capacidad para socializar, que no ver a sus amiguitos o a nuestra familia extendida le arrebate el sentido de pertenencia. Es absurdo ¿cierto? Lo sé, pero a veces lo pienso.

Temo que nunca volvamos a pensar en el exterior como lo hacíamos antes.

He estado buscando algo ligero que leer y vi que Suzanne Collins ha escrito un cuarto libro de la serie de “Los Juegos del Hambre”. Se supone que debe salir al público el 19 de Mayo ¡Estoy ansiosa de leerlo! Estos días los cuates de la librería Profética me dieron un número de whatsapp donde puedo pedir libros y hacer preguntas odiosas sobre los libros que no encuentro, que quiero, que no he leído,etc. Estoy segura de que esto será lo más cercano a un dealer que voy a tener en la vida. Espero que puedas conseguir el libro en Barcelona cuando salga y entonces leerlo juntas.

Te mando un abrazo muy grande. Quisiera verlos pronto y me anima saber que mi lindo sobrino crece tan hermoso y que cada día se acerca más el momento en que podamos encontrarnos de nuevo.

Siempre
Bilhá

Twitter: @Clitemnistra


Periodista. Escribe sobre asuntos internacionales, crisis, conflicto y periodismo. Previamente corresponsal en Jerusalem.