18 Junio 2020
95 días de aislamiento

Querido Juan Carlos,

Esperando que mi carta te encuentre con bien, aguantando el calor y este encierro maratónico. Con horror me doy cuenta de que hoy es jueves y no miércoles. Ya no sé ni en qué día vivo.

Gracias por sugerirme las columnas de Germán Dehesa, he estado leyéndolas desde hace semanas. Me gusta mucho como escribía el columnista con esa fluidez extraordinaria, sus descripciones de la ciudad son bellísimas y ese estilo coloquial que usaba sin caer en la superficialidad es inspirador. Mientras leía las viejas columnas, pensaba que es una lástima que no lo haya leído cuando aún vivía y escribía en el periódico Reforma, prueba de que la inmadurez tiene sus consecuencias. Encontré una entrevista que le hizo Fernando Botero Zea en 2006 donde Dehesa cuenta que escribía sus columnas dos horas antes del cierre de la edición, y que lo hacía dictándole a la secretaría lo que quería discutir sobre el día, le importaba hablar de lo que era relevante para la gente en casa, en su paso por la ciudad, en sus festejos y en el fútbol que le gustaba tanto. Me da una envidia terrible saber que pensaba de manera tan clara y articulada como escribía.

Pienso mucho en estos días sobre el trabajo de escribir, la labor de periodista en un momento clave, compartido en casi todo el mundo. Lo predecible de la “nueva normalidad” es que exige comenzar a pensar qué haremos en adelante, aunque por el momento sigamos en casa exactamente igual que como hemos estado desde Marzo. Es aterrador pensar que hay que volver al ritmo anterior cuando aún no bajamos los 8 kilos cuando supuestamente tuvimos todo el tiempo del mundo para ejercitar, no hemos logrado hacer los muffins perfectos y el huerto que dizque empezamos es un amontonadero sin pies ni cabeza que se está llenando de ratones en el jardín. Todas estas, por cierto, son las cosas que yo no he hecho y mi casa es un total desastre.

Se nos escapa la primavera y el verano nos alcanza con sus días larguísimos, con lluvias ocasionales y este sol de altiplano que le arranca el color a todo lo que no alcanza una sombra. Pero por la tarde el volcán parece encenderse con la puesta del sol y el cielo se pinta de rojo haciendo un contraluz de ensueño. Disfruto mucho el ambiente del verano, con los picnics en el parque, las salidas en el coche a los pueblos (aunque eso no hacemos desde hace algunos años), o las vacaciones de fin de ciclo escolar que uno jamás supera del todo, las novelas vaporosas de verano y las historias de playa y aventura. Quizás me gusta tanto porque me gusta planear cosas y soñar despierta.

Me recuerdo ahora la última conversación que tuvimos sobre los planes que teníamos respectivamente para el verano y las cancelaciones que seguían a los viajes, los conciertos, los festivales, las reuniones, etc. Ahora no estoy segura cómo haremos para llenar las agendas con los rebrotes siguiéndonos los pasos. Parece que todo lo que pensamos para el futuro está montado sobre hojuelas. ¿Qué tienes pensado ahora?

Miro las pantallas y veo con ansiedad que la única normalidad que definitivamente ha vuelto en México es la de los abusos policíacos, las desapariciones, los levantones, el racismo camuflado de chistes de mirrey, las opiniones expertas sobre lo que entienden las élites más rancias acerca de temas básicos como redistribución de la riqueza y movilidad social. Es una vergüenza. El diálogo en este país tiene un nivel verdaderamente deplorable.

Para cerrar la estación estoy leyendo “Handmaid’s Tale”* de Margaret Atwood entre la total fascinación y terribles pesadillas. Es una novela distópica que describe una supuesta sociedad puritana tras la caída del régimen democrático en Estados Unidos en los ochentas. Describe la supresión de los derechos y libertades, además reduce a las mujeres a objetos de servicio. Es un trabajo literario vertiginosamente adelantado a su época, con un sentido de crítica social casi de oráculo. El libro me lo recomendó mi cuñada cuando hablábamos sobre las libertades que se estaban suspendiendo en Italia, en Marzo, para paliar los efectos de Covid y con las manifestaciones feministas como fondo en México. No me imagino una lectura más adecuada ahora mismo, me moría por leer esta novela y cuando me hice de ella,
abrí el libro, pasé la página y me topé con la siguiente cita:

Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella.**

Casi me da el patatús de la sorpresa. ¡Yo nunca encuentro mi nombre en una novela! Ahora estoy picadisima, no puedo esperar a terminarla.

Mi bebé ha aprendido que hay un espacio de la casa donde los papás trabajan y que se supone que no debe entrar ahí, así que cada tanto asoma su cabecita por la esquina, y al encontrar que estoy ahí frente al monitor, sonríe como un sol. ¿Quién tiene cabeza para escribir cuando hay estas risitas impacientes que llaman a jugar escondidillas?

Te saludo, Juan Carlos. Que si la cuarentena te arruina todos los planes del año, que sea siempre para dejarte prendido de esa mano linda que te acompaña a todos lados.

Siempre
Bilhá

*”El Cuento de la Criada”, Margaret Atwood
** Génesis 30:1-3 Reina-Valera 1960 (RVR1960). En la novela en inglés originalmente usan la versión de la Biblia King James.

Twitter: @Clitemnistra


Periodista. Escribe sobre asuntos internacionales, crisis, conflicto y periodismo. Previamente corresponsal en Jerusalem.