Lunes, febrero 03, 2025

3 febrero, 2025

Abel Pérez Rojas

Poesía ante Trump

Abel Pérez Rojas

Ayer y hoy he estado muy pendiente de los noticieros para conocer el rumbo que tomarán los acontecimientos relacionados con los aranceles impuestos por Estados Unidos a México. Navego de un medio a otro, leyendo sobre las repercusiones de esta medida. El sábado por la tarde comenzó a circular la noticia de la imposición de aranceles diferenciados a Canadá, pero aún no hay nada confirmado respecto a México. Tres horas más tarde, lo temido se convirtió en realidad.

A través de una orden ejecutiva de Donald Trump, México se ha convertido en el blanco de un arancel generalizado del 25% en todas sus exportaciones al vecino país del norte. La noticia ha inundado los medios electrónicos nacionales e internacionales. Busco información confiable sobre los posibles efectos, por lo que sigo indagando en el enjambre de opciones informativas, esperando que aparezca, como ocurrió hace unos días con la confrontación del vecino del norte con Colombia, un anuncio de que se ha llegado a un acuerdo y que la incipiente guerra comercial se suspende.

Las horas pasan y no hay noticias sobre el congelamiento de las imposiciones. “Conservar la calma” me parece un buen consejo en estos momentos, y confío en que los negociadores mexicanos harán un buen papel. Sin duda, doy mi total respaldo a la Presidenta de México, pero me siento como en los días previos a la declaratoria oficial de la pandemia en aquel lejano año 2020.

Reviso mis poemas de aquellos meses para traer algunos al presente, seguramente serán de utilidad. Desempolvo algunos de los versos escritos en el nubarrón de la pandemia y me siento afortunado de contar con esa reserva de inspiración para “usar en caso de ser necesario”. Al igual que en aquella pesadilla, hoy me queda claro que intentan someternos a través del miedo y de la carencia.

¡Otra vez el maldito miedo, el uso de la “ley del más fuerte” y la especulación como combustible de la matrix!

Comparto con los amables lectores los poemas de mi autoría que juzgué oportuno ventilar.

Abrazo la incertidumbre
con mis pensamientos,
con mis recuerdos de la infancia,
con mi hígado,
con mis riñones,
con mis rodillas poco aceitadas,
con la libreta que ocupo de diario,
con mis borradores en estraza,
con mis calcetines rayados de la suerte,
con esto a cuestas me lanzo al vacío;
salto confiado en el Orden dentro del Caos,
lo hago,
sabiendo que el fondo no es para mí,
que en el trayecto me saldrán alas,
hélices,
remos,
aletas,
o que algo me librará
de terminar estampado en la roca.


Desafío al abismo,
reto al acantilado,
me como mi miedo a puños,
me trago de un solo sorbo
la bilis que me sofocó antes,
ahora,
cierro los ojos y solo confío.


Confío en lo imponderable,
en lo diáfano,
en el calor del caos,
en el amor del universo,
en la riqueza de la sencillez,
en la bondad de las Lupes y las Marías,
en la fuerza del nosotros;
confío en mi capacidad no descubierta,
confío en lo encriptado,
confío como un acto de verdadera fe,
como renuncia a los apegos
y de entrega total sin retorno.


Abrazo la incertidumbre
confiado en mi LUZ interna,
en lo que fui,
en lo que soy,
en lo que seré
y en la potencia de la retahíla de seres
que han pasado por este plano
cuya sangre circula en mis venas
y hace posible que yo esté aquí y ahora,
por todo esto…

¡YO CONFÍO!

(Confío. APR. Enero, 2020)

Erramos al otorgar poder de más
al miedo,
porque le hacemos nuestro guía,
casi siempre nuestro amo,
le damos poder que no tiene.

El miedo
no es un maestro,
dista mucho de serlo,
quizá
—en el mejor de los casos—,
solo sea una excelente herramienta
para forjar el carácter,
para parir al estoico,
para domar a la bestia,
para aderezar el sendero.

Por algún tiempo guardé para mí mis miedos,
los hice mis compañeros,
incidieron en mis determinaciones,
hasta cierto punto me ayudaron,
pero todo tiene su límite
y un día comprendí
que yo tengo dominio sobre ellos,
que yo decido cuándo sacarlos,
cuándo desempolvarlos,
cuándo usarlos.

Bendigo al miedo
como se bendice a la oscuridad,
al trueno,
a la dificultad y a la muerte,
pero le libero de todo dominio sobre mí,
de toda responsabilidad en mi vida,
de cualquier injerencia en mis decisiones;
lo baño con mi alegría suprema
que todo lo limpia,
lo comprendo en el seno de la Mente
que todo lo abarca,
lo libero de las rondas dictatoriales
de la tercera dimensión
y le desintegro en el punto íntimo
que me hace UNO con el Universo.

Así sea.

 (Me libero del miedo. APR. Julio, 2020)

No tengas miedo
si de volar se trata,
no rehúyas
a la complejidad de la parábola,
no digas sí
cuando quieres decir no.

No cierres los ojos
ante los bellos amaneceres,
no guardes para ti
lo que escribiste para todos,
no escatimes esfuerzo
si sabes que es necesario,
no te vendas
aunque los demás lo hayan hecho.

No renuncies a la utopía,
a la invención,
a la fábula,
al anhelo,
al ideal.

No digas “trataré”
cuando sabes que es excusa.
No digas adiós
si no estás consciente
de que puede ser el último despido.
No me digas “hasta mañana”
si aún es temprano
y podemos crear con la luz de la luna.

No me sueltes
si estás dispuesta a luchar con todo
y jamás darte por vencida.

(No renuncies. APR. Febrero 2021)

Son días al menos para personas como yo,  de poesía para mantener la calma frente a las agresiones del norte.

Abel Pérez Rojas ([email protected]) escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com #abelperezrojaspoeta

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