Luis Enrique Sánchez Fernández

Y se desató la violencia en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Lamentable y reprobable.

No está en juego un proyecto universitario, académico o ideológico. Lo que en realidad se disputa en este 2025 es el poder político y económico.

La Rectoría no se debate desde propuestas visibles que definan un rumbo, sino desde la ambición por el control. No hay un proyecto de fondo que imagine la nueva universidad que Puebla y México necesitan en un siglo XXI marcado por la ciencia, la tecnología y la transformación social.

La incapacidad de construir ese papel —el de una BUAP innovadora, crítica y comprometida con la sociedad— ha sido sustituida por grillas, maniobras y escándalos. El poder y el dinero se imponen sobre la reflexión y el futuro.

Qué jodido.

Qué pobreza convertir la violencia y el escándalo en la parte medular de una campaña.

El riesgo es mayor: que la Institución pierda legitimidad, que la universidad sea usada como trampolín o botín, que las heridas abiertas dejen consecuencias que tardarán años en cerrarse.

La historia dará cuenta de las manos que han provocado y seguirán provocando la violencia para manipular, para abusar de la estatura de una Institución centenaria que debería ser orgullo y no campo de batalla.

Es cuanto.