Jueves, octubre 02, 2025

1 octubre, 2025

Luis Enrique Sánchez Fernández

1968: la Universidad en el cambio permanente

Luis Enrique Sánchez Fernández

Para la BUAP
Con mi eterno agradecimiento

El movimiento estudiantil de 1968 fue un parteaguas. Así lo repetimos cada año, como si bastara con pronunciar la palabra mágica para que democracia, justicia y libertad aparecieran sobre la mesa. París tuvo barricadas poéticas, Berkeley puso la música de protesta, Praga soñó con un socialismo de rostro humano… y México, fiel a su estilo, estrenó la modernidad con balas y muertos en Tlatelolco.

Cincuenta y siete años después, el eco de aquel 68 sigue recorriendo pasillos, plazas y auditorios. No es nostalgia: es una cicatriz que late. Lo irónico es que el sistema político al que se enfrentaron los jóvenes presumía ser “revolucionario” y “de avanzada”, y sin embargo se negó a renovarse. Hoy, sus descendientes ideológicos siguen repitiendo el mismo guion, con maquillaje democrático y filtros digitales, pero con las mismas arrugas de siempre: autoritarismo, simulación y miedo al disenso.

El 68 nos enseñó que un sistema que envejece sin renovarse se convierte en caricatura de sí mismo. Y lo peor es que no solo ocurre en la política: también dentro de las universidades, esos espacios que deberían ser semillero de pensamiento crítico, persisten inercias que pesan como piedra. Viejos cacicazgos académicos, burocracias anquilosadas, liderazgos estudiantiles que a veces se conforman con la cuota de poder y olvidan la cuota de responsabilidad.

El Movimiento Estudiantil Universitario sigue presente, sí, pero no basta con conmemorarlo cada 2 de octubre. Su vigencia real está en que las estructuras universitarias aprendan a renovarse: que la crítica vuelva a ser motor, que el debate no se sustituya por trámites, y que los jóvenes entiendan que cuestionar también implica proponer.

El sistema político envejece, las universidades también. El 68 fue una advertencia de que los cambios sociales no esperan a que las instituciones se dignen a mover sus piezas. Si éstas no lo hacen, la sociedad —y sobre todo la juventud— encontrará sus propias formas, incómodas, irreverentes, a veces violentas, pero inevitables.

Al final, el 68 no fue un episodio aislado del siglo pasado. Es un espejo incómodo que sigue preguntándonos, cada año, si seremos capaces de renovar lo que necesita renovarse, o si preferimos dejar que la historia se oxide, como un archivo más en el cajón de lo “ya conmemorado”.

Porque el futuro que reclamaban en 1968 sigue ahí, esperando. Y sería una ironía histórica —una más— que lo sigamos aplazando en nombre de la memoria.

Es cuanto.

Autor

Luis Enrique Sánchez Fernández

Periodista, economista, historiador, universitario BUAP. Con más de 40 años en los medios, ha escrito en periódicos y revistas, ademàs colaborado para radio, televisión y portales digitales. Creador de Poblanerìas y fundador de PeriodismoHoy.com. Primer director de Radio BUAP hace 25 años. Impulsor del periodismo de investigación.

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