El Señor Secretario de Gobernación de México estuvo en Puebla, compartiendo el pan y la sal con el Señor Coordinador de los diputados federales de Morena. Las imágenes que han trascendido muestran una interesante, agradable, disfrutable y envidiable reunión entre dos amigos.

Chile en nogada de por medio. Excelente pretexto para mostrar una gran amistad y una coincidencia política de largo alcance.

En política, dicen, no hay casualidades. En política, se ve, se siente, los dos grandes amigos no se mandan solos. Tienen un jefe en común, por cierto, preocupado por un 2024 cada vez más cercano. Acontecimiento lo suficientemente importante como para no permitir pendejadas por berrinches pequeños.

Paréntesis para precisar que el Patrón que gobierna México lo está haciendo cuando ocurre la crisis más fuerte que ha tenido el sistema político y económico del planeta, en los últimos 40 años, y que está dispuesto a invertir recursos de todo tipo para que su gobierno no fracase y su país pierda lo menos posible.

No están en sus tareas estratégicas ni los berrinches, venganzas, o desquites.

Regreso al tema, Adán Augusto vino a Puebla ¿porque se le ocurrió? ¿porque le encantan los chiles en nogada? ¿porque Nacho es su gran cuate? ¿porque fue engañado? O ¿porque iba de paso?

No.

Creer en nimiedades es pretender hacerle hijos al chile, en nogada.

Vino a poner orden.

Al buen entendedor, pocas palabras.

Los actores, la clase política, los interesados, lo han entendido.

Más allá de los conceptos, ideas,  berrinches, de intereses locales, las cartas están echadas, el jalón de orejas ha hecho lo suyo.

El tiempo, no más de dos semanas, será mudo testigo de los efectos de la visita de Adán Augusto.

Es cuánto.

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Luis Enrique Sanchez Fernández es periodista; ha escrito para impresos en papel, radio, televisión y portales digitales. Es universitario, historiador y cronista.