“Al seno de un barrio antiguo hay mujeres y hombres
que están luchando por su conservación”.
Abel Pérez Rojas

El Barrio La Huaca, en la ciudad de Veracruz, es un baluarte histórico y un claro ejemplo de cómo es que el patrimonio cultural viviente y edificado está sufriendo los embates de la modernidad que ponen en peligro su conservación y continuidad.

Por diversos motivos, el valor histórico cultural del Barrio La Huaca es incalculable.

Este barrio se fundó en el siglo XVII a las afueras de las murallas que guarecieron de las agresiones a Veracruz.

Construido por esclavos y peones, La Huaca se convirtió en el asentamiento que incubó una raíz mexicana muy importante: la africana.

En este asentamiento nuestros ancestros africanos conservaron parte de su cultura: su comida, sus tradiciones, sus creencias y sobre todo su alegría que con el paso del tiempo marcaría nuestra forma de vida a través de la música.

De acuerdo con lo que se ha encontrado en diversas investigaciones, además de la predominancia africana, La Huaca fue el punto de fusión de la sangre cubana, libanesa, francesa, italiana y china que llegaron al puerto en barcos mercantes.

Antiguamente se llamaba a este barrio “Ciudad de Tablas”, la razón sale a la vista. Aún se conservan algunas fachadas de las construcciones que fueron levantadas con madera, teja marsellesa y restos de embarcaciones antiguas que alguna vez transitaron por el majestuoso puerto veracruzano.

Las fachadas vetustas están pintadas con colores alegres y cálidos, que sumado a los estrechos callejones conectados unos con otros dan un ambiente peculiar que inspira al más apático.

Este sistema vivo de personas y edificaciones incidió en la obra de cantautores de gran renombre como Toña “La Negra”, Agustín Lara, Manuel Peregrino, Pedro Domínguez, entre otros.

Acompañado de mi amigo Jorge Gabriel López García “Caribe, el poeta del puerto”, hace unos días, en visita de correcaminos y con motivo del Primer Internacional de Versos y Estrofas 2019. Veracruz Ciudad de Poetas, recorrí algunas de las calles de La Huaca.

Jorge Gabriel es un poeta muy destacado hace algún tiempo recibió de las autoridades municipales el nombramiento de “Ciudadano Distinguido”.

Mientras recorro La Huaca y escucho a Jorge Gabriel, viene a mi mente la insistencia de  mi amigo Luis Fernando Paredes Porras, quien con su ojo clínico de educador y promotor cultural, nunca quitó el dedo del renglón para que recorriera este gran barrio.

Mientras me tomo una foto al pie de la escultura en honor a Agustín Lara, diviso como una amenaza la gran cantidad de casas y edificios de concreto que asfixian el testimonio histórico de este barrio.

En efecto, La Huaca está siendo asfixiada por la modernidad, construcciones tipo condominios del INFONAVIT se han levantado a la orilla de sus patios y las rejas prefabricadas de protección, me recuerdan que ciertamente estoy en un estado que hace mucho perdió la tranquilidad y que  hoy está tratando de revertir la erosión social de al menos dos sexenios.

Bajo el potente sol sigo escuchando a El Caribe para reafirmar una y otra vez la pertinencia de la Carta de Barrios Educadores, documento que compartiéramos en el 2015 y que hoy día se ha convertido en referente internacional.

Me despido de las calles de La Huaca con cierta nostalgia y lamento no poder convivir con sus habitantes.

Me da curiosidad vivir su ambiente bohemio nocturno. Ya será.

Me entristece ver que cada vez son menos las edificaciones de madera y muchas las de concreto que copian los frentes de  las casas promedio de cualquier otra parte del país.

Al alejarme llega a mí un respiro de solidaridad con las mujeres y hombres que están dando la batalla para que este barrio siga de pie dando fe de lo diverso que es nuestro origen cultural.

Gracias Barrio La Huaca por abrirme tus puertas. Gracias Jorge Gabriel por ser mi guía.

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com