2 junio, 2025
Luis Enrique Sánchez Díaz
Por Luis Enrique Sánchez Díaz
Hay un viejo principio en la crítica cultural: los símbolos no son neutrales. En la universidad pública, menos aún. Cada acto, cada gesto, cada presentación de libro en un auditorio universitario es, al menos en estos tiempos, una escena cargada de significado político. Lo que en apariencia se presenta como un evento académico —la difusión de una obra, la discusión de ideas— es, en realidad, un espacio donde se negocian lealtades, se miden fuerzas y se proyectan futuros posibles. En pocas palabras, es la política del símbolo en su forma más pura.
La BUAP atraviesa un momento especialmente delicado. La sucesión rectoral no es un simple cambio administrativo: es una lucha por el control de una institución que representa no solo un espacio de formación, sino un bastión de poder simbólico y material en el estado. La reciente presentación de un libro en la universidad, con la asistencia cuidadosamente curada de académicos, funcionarios y figuras políticas, debe leerse a través de las lentes que nos ofrecen Noam Chomsky y Pierre Bourdieu: como un acto de reproducción de hegemonía, como un intento de naturalizar una narrativa oficial, y como un ensayo de dominación cultural.
El poder simbólico, nos recuerda Bourdieu, es más efectivo cuando se presenta como algo natural, como un simple hecho de la vida institucional. Bajo esa lógica, la presentación de un libro no es solo la difusión de un pensamiento, sino la fabricación de consenso: el escenario, los discursos, los aplausos, los silencios incómodos, todo ello construye una coreografía donde los actores se alinean (o no) frente al proyecto de continuidad que representa la reelección. Quienes aplauden con entusiasmo no solo celebran una idea, sino que susurran con su aplauso una aceptación tácita de un poder que busca perpetuarse. Quienes se ausentan, se colocan en la fila de los que, en voz baja, ya se lamen los labios pensando en la caída del régimen actual.
Chomsky diría que los medios (y por extensión, los espacios públicos como las universidades) son escenarios donde se manufactura el consentimiento. Aquí, la “presentación de un libro” es una pieza más en la maquinaria de legitimación: una manera de proyectar imagen de unidad y prestigio mientras las grietas del descontento —esas que estallaron durante el paro estudiantil reciente— se intentan tapar con actos simbólicos cuidadosamente controlados.
Lo preocupante es que mientras el acto cultural entretiene a la audiencia, la discusión real sobre el futuro de la universidad queda marginada. No se habla de las reformas académicas necesarias, ni de los mecanismos para garantizar la autonomía, ni de los problemas estructurales que arrastramos desde hace años. El debate se reduce a un juego de apariencias: quién está en la foto, quién toma la palabra, quién se sienta en primera fila. Es un teatro de sombras donde la política se esconde detrás de las cortinas del protocolo.
La BUAP necesita más que actos simbólicos. Necesita un debate abierto, honesto y profundo sobre el rumbo que debe tomar la universidad. Necesita una comunidad que no aplauda de manera automática, sino que cuestione, que incomode, que proponga. Porque, al final, el verdadero enemigo de la autonomía universitaria no es solo el poder externo que busca apropiársela, sino la indiferencia interna que permite que todo esto pase como si nada.
Y como bien diría Chomsky, cuando los actos simbólicos se convierten en sustitutos de la política real, lo que estamos viendo no es solo un espectáculo: es la pérdida del control democrático sobre nuestras instituciones. La universidad no puede seguir siendo un teatro. Tiene que volver a ser un espacio de pensamiento crítico, de resistencia y de transformación.
Luis Enrique Sánchez Díaz es Doctor en Administración y Dirección Estratégica. Profesor-investigador con más de 20 años de experiencia en educación superior, especializado en análisis político, comunicación estratégica, y metodología de la investigación. Su trabajo se enfoca en el estudio crítico de las estructuras de poder, la construcción de la opinión pública, y las tensiones entre democracia, neoliberalismo y soberanía en el contexto mexicano. Es autor de artículos académicos y columnas de opinión donde explora la intersección entre política, medios y sociedad, combinando análisis riguroso con una perspectiva crítica e irónica inspirada en autores como Noam Chomsky, Pierre Bourdieu y Carlos Monsiváis. Actualmente colabora en proyectos de investigación sobre narrativas políticas en redes sociales, análisis de conflictos institucionales, y procesos de sucesión en organismos públicos.
Todas las entradas
2 junio, 2025
Por Luis Enrique Sánchez Díaz Hay un viejo principio en la crítica cultural: los símbolos no son neutrales. En la...
LEER NOTA26 mayo, 2025
El gobernador Alejandro Armenta Mier, hombre de discursos grandilocuentes y de abrazos al medio ambiente, fue confrontado esta semana por...
LEER NOTA17 mayo, 2025
Cuando el discurso reemplaza la realidad En regímenes formalmente democráticos, la retórica suele ser el primer síntoma de un sistema...
LEER NOTA16 mayo, 2025
Puebla no olvida fácil. Bajo su cielo saturado de historia, las universidades no solo enseñan: también respiran, protestan, callan y,...
LEER NOTA13 mayo, 2025
Pepe Mujica se murió. Lo escribo así, sin metáfora y sin solemnidad. Se murió. Y con él, algo que ya...
LEER NOTA