Jueves, julio 03, 2025

6 septiembre, 2020

Redacción PH

De partidos políticos a empresas familiares

En México la democracia se subasta cuando la clase política nacional sigue viendo la creación de partidos políticos como el inicio de operaciones de una empresa, en muchos casos familiar, donde el clientelismo político se impone a esos dogmas que desde hace mucho son letra muerta y sólo sirven de pantalla.

En nuestro país sabemos que muchos de estos partidos surgieron para servir de satélites a esos poderes fácticos que necesitaban la simulación de contrapesos.

Por décadas la arena electoral sólo se tiñó con los colores de un sempiterno PRI que mantuvo por 70 años los hilos del poder en México. En la otra esquina, conocimos el lado azul del panismo surgido como la oposición conservadora.

Tengamos memoria para recordar cómo operaban los partidos políticos con recursos que recibían de la Secretaría de Gobernación. Eran tiempos donde “ni por equivocación” se hablaba de un árbitro electoral con perfil ciudadano.

Los partidos políticos fueron surgiendo como vasos comunicantes cuya función es desde dividir votos, afianzar acuerdos, establecer componendas, negociar cargos de elección popular, pero sobre todo vivir de las jugosas prerrogativas que provienen del dinero de todos los mexicanos.

Estas empresas disfrazadas de partidos, nos han dejado un mal sabor de boca sobre todo cuando a la larga, con una mínima representación ganan cargos de elección popular que se distribuyen entre parientes, amigos y quienes inyectaron “recursos” para conseguir el objetivo.

Ahí tenemos en la memoria al PANAL que fue utilizado por Elba Esther Gordillo como sucursal magisterial para negociar poder y dinero.

También recordemos a Jorge González Torres y su disfraz ecologista para fundar el PVEM a través del cual hizo y mantiene jugosos negocios.

Está el Partido del Trabajo con Alberto Anaya, quien lo sigue utilizando como la marca de negociación de candidaturas y espacios de poder, pues en este partido lo que menos se representa es a los trabajadores.

En Puebla tenemos el mejor ejemplo en Compromiso por Puebla, creado exprofeso y a capricho de Rafael Moreno Valle para detentar más poder y control político.

En este desfile de empresas partidistas, no podemos dejar fuera al partido del Presidente AMLO. Morena surgió de un movimiento desde la ciudadanía para dar paso a un estrategia muy bien planeada donde la marca y su principal promotor, fueron piezas claves para lograr un arrastre social que hoy, si bien se mantiene, nos hace recordar la guerra interna que se libra en ese partido, donde se presumen traiciones, desvíos de recursos y mucho clientelismo popular.

Los partidos políticos están obligados a transparentar el dinero que reciben y gastan.

Hoy estas marcas electorales han perdido credibilidad y en algunos casos son vistas como verdaderas empresas de corrupción política y lavado de dinero.

@rubysoriano
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