Sábado, noviembre 23, 2024

12 diciembre, 2021

Redacción PH

“El Beso del Diablo”

Pasajes de mucha confrontación acompañaron en varios trienios las relaciones de presidentes municipales y los gobernadores de Puebla en turno.

Ignorados y hasta humillados, los poblanos hemos atestiguado esas relaciones de odio, donde los ciudadanos fuimos los que terminamos siendo espectadores de vendettas y persecuciones.

Sin embargo, tal parece que a los poblanos nos gusta irnos a los extremos.

Hoy la Puebla de los ángeles sin aparente custodia vive la luna de miel entre el presidente municipal Eduardo Rivera y el gobernador Miguel Barbosa.

Es cierto que las acciones coordinadas siempre surten mejor efecto cuando hay una relación de respeto entre poderes.

Sin embargo, hay una línea delgadísima en la que debe fijar su atención el edil Lalo Rivera.

Entender las buenas relaciones con un gobierno, no es dar una imagen de sumisión, acato y hasta supervisión del poder estatal para tomar decisiones.

A Lalo lo persigue el karma del llamado “beso del diablo”.

Es innegable que el alcalde tiene una imagen empática de confianza, siempre que no esté rodeado de los hombres de cartón de los que luego se suele hacer acompañar, quienes más que sumar, le restan.

Y es que al buen Lalo le ocurrió primero con Martha Érika Alonso y ahora con el gobernador Barbosa. Cuando forma la dupla maldita, sale perdiendo y mucho.

A dos días de cumplirse sus primeros 60 días de mandato, hemos visto a un presidente municipal cuyo carisma se ha ido difuminando.

Y es obvio, una cosa es la campaña y otra muy diferente, el ejercicio de la gobernanza.

Son pocos los políticos que logran brincar esta curva de los desequilibrios al arranque de un mandato, pues lo que hemos visto hasta ahora de Lalo Rivera ha sido una labor de espaldarazo al gobierno del Estado, pero como acompañante y supeditando su agenda y actos en función de no opacar nada, nadita que enturbie o moleste al Gobernador.

Sus actos están plagados de un marketing de actuación cargada de esa institucionalidad que cansa, aburre y no llega a capitalizar su imagen ni la de su Ayuntamiento.

Su estrategia de convertirse en “Lalo oficios” se ha quedado para la foto y sólo en los boletinazos de siempre.

Vemos a un alcalde silencioso a la hora de encarar los elevados salarios que se asignaron él y sus funcionarios.

Un gobernante municipal que no toca la trasparencia porque muchos de quienes lo acompañan en su administración, lucen muy opacos.

Un presidente municipal que ignoró denuncias de violencia de género y delitos de defraudación de sus colaboradores.

Un Eduardo Rivera sin visión humana a la hora de politizar de manera totalitaria a los basificados, sin detenerse a mirar la realidad humana de muchos de los que se quedaron entre el fuego cruzado de su Ayuntamiento y el de Claudia Rivera.

Un alcalde que quiere limpiarle la cara al cobro del servicio por alumbrado público.

Un presidente municipal que en corto les decía a sus peones Marcos y Augusta “que el dinero no era problema” para resolver su participación en la contienda panista.

Un gobernante que no ha esclarecido por qué se contrataron a tantos operadores políticos de su partido como empleados de un Ayuntamiento con “rostro muy social y humano”, pero en realidad con cara muy política.

En sus primeros dos meses, Rivera Pérez no es visto como un gobernante con autonomía. Se aprecia como parte de la borregada oficial conformada por Sergio Salomón, Héctor Sánchez y por supuesto él.

Nos debe la pluralidad de un Ayuntamiento que está haciendo lo mismo que ya le vimos hace unos años.

Timoratez, vela perpetua, tibieza y poca pluralidad.

Prostitución, feminicidios, legalización del aborto, desaparecidos, diversidad sexual, mapa de riesgo para las mujeres en Puebla, son parte de esa agenda que se archiva e ignora mientras la puedan esquivar.

En el análisis con un poco de picaresca sobre el tema, vale mencionar que política y esoterismo suelen ser un explosivo para los aficionados del vaticinio demoledor de los astros.

A nuestro Presidente Municipal lo persigue desde hace tiempo la carta envolvente de la luna, un vaticinio poco alentador para quienes como él, empezaron a pensar en dar el salto mortal para llegar al cetro mayor.

Los arcanos lunáticos del tarot, dicen que Lalo está emocionado con un gran espejismo, tanto que será cuestión de meses para que empiece a sentir la otra realidad, donde no hay aliados.

El tarot político dice también que el gran cetro como en el pasado, se le volverá a tambalear. Y es que en política como en el esoterismo universal, todo, todito es cíclico.

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