3 octubre, 2021
Redacción PH
La visita a Puebla del presidente Andrés Manuel López Obrador expuso la historia transexenal que se vive al margen de quienes resultan ser damnificados en una tragedia climática.
Muchos elegirán hablar de los espaldarazos y halagos entre presidente y gobernador, o bien centrarse en los gritos de inconformidad de quienes intentaron reventar la reunión de evaluación de daños y ayuda para los damnificados del huracán Grace.
Lo que fue visible es el manejo caótico que se sigue haciendo de los programas populares, utilizados como el gran botín político para que gobiernos y algunos personajes de las aldeas pueblerinas los manipulen y esos apoyos lleguen a veces a quienes ni siquiera son afectados, pero políticamente representan votos o capitalización.
Es verdad que el Presidente mostró las tablas al controlar y manejar una situación de airada protesta, para dar paso a las promesas de garantizar que la ayuda llegue de forma correcta a quienes se registraron en los padrones y no han recibido respuesta.
Está claro que falló la logística de una Secretaría de Bienestar donde lo que menos se ha visto en los últimos tiempos, es organización y trabajo. Digamos que todo esto refleja el tiradero que dejó Rodrigo Abdala, el sobrino de la hoy “Pandora-Papers” Julia Abdala, pareja del director de la CFE, Manuel Bartlett.
Sin embargo, también al gobierno del estado hay que pasarle la factura en lo que le corresponde.
Es verdad que el Presidente AMLO destacó la coordinación con el Gobernador Barbosa, a quien también balconeó al citar que fue el mandatario estatal quien le dijo que Puebla “se hacía cargo” y controlaba la situación.
Pues ya se vio que no fue así, una vez que ahí estuvieron decenas de afectados que a la fecha no han recibido respuesta alguna para resarcir sus pérdidas.
Ni el Presidente ni el Gobernador parecen haber medido la efectividad de los funcionarios involucrados en la responsabilidad de los programas sociales, pues al menos en Puebla, se exhibió la ineficacia a la hora de responder a las demandas de le gente golpeada por fenómenos meteorológicos.
Resulta casi un milagro solicitar a las esferas políticas y gubernamentales que dejen de convertir en botines políticos a las Secretarías de Bienestar donde los padrones de beneficiarios siguen siendo manipulados de acuerdo a los grupos, los gustos, la tendencia y el color en turno.
La pobreza y la desgracia son la dupla que se sigue administrando como ejes de las políticas públicas en las Secretarías Federal y Estatal del Bienestar, las que están para acercar y facilitar apoyos a quienes realmente lo requieran.
Los subsidios gubernamentales siguen siendo el arma de doble filo para ventilar la delgada línea que puede existir entre acercar apoyos y condicionarlos de acuerdo al momento y quienes operan los mismos.
Los ecos del “Huracán Grace” pudieron ser más recios en los reclamos, pero digamos que esta vez Presidente y Gobernador, la libraron. No así, la ineptitud de sus funcionarios que no midieron el poder de la protesta a la hora de ventilar las realidades.
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