Puebla vive tiempos y escenarios donde supondríamos tener nuevos enroques que nos llevarían a recordar que el partido del presidente AMLO (Morena) gobierna una entidad bastante vapuleada por la hegemonía de un pasado reciente como el morenovallismo.

Sin embargo todo lo anterior recobra vigencia cuando los verdaderos signos que aluden el ejercicio del poder, siguen siendo los mismos, sólo que con diferentes personajes incrustados en la burbuja del gobierno y sus aliados.

¿Cuántos organismos e instituciones recobraron su autonomía con el arribo de este nuevo gobierno estatal de la cuarta transformación?

En términos de la realidad que hoy palpamos, el Congreso del Estado sigue operando como un gran dinosaurio teñido de color guinda, donde no se legisla, sino se reciben las órdenes del ejecutivo estatal en turno para operarlas de acuerdo a las instrucciones que se reciben de Casa Aguayo.

El presidente de la Junta de Gobierno, Gabriel Biestro está muy lejos de entender lo que es el lobbying, pues sus herramientas son mazo y golpazo, que lo reafirman no como un líder congresista estatal, sino como lo refleja su propia naturaleza foránea, como un mayordomo del poder vigente.

La competencia en sumisión se la hace la Auditoría Superior del Estado donde Francisco Romero dejó atrás esos recuerdos de las vacas muy flacas cuando llegó a incorporarse al COE (Consejo de Organismos Empresariales), en la época de decadencia del citado organismo patronal.

Hoy el auditor del estado se volvió a meter en la caja perfecta ideada por todos los gobiernos anteriores para utilizar a este organismo de fiscalización como el garrote político sexenal, desde donde se cobran cuentas políticas y también se limpian los expedientes de aquellos a los que se requiere reciclar para servir al poder sexenal.

La reciente confrontación con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla por la citada auditoría que se ordenó a esa casa de estudios, de pronto despertó el espíritu defensor universitario casi casi santificando a Alfonso Esparza.

Y si bien es un exceso lo que hemos visto y leído sobre la confrontación entre Buap y ASE, por vulnerar la autonomía universitaria, también es necesario recordar que durante muchas décadas, la máxima casa de estudios ha sido la caja chica de candidatos, gobiernos y elecciones.

Varios funcionarios de esa casa de estudios han disfrutado del dispendio, los excesos y el manejo discrecional de un presupuesto educativo que ha dado para todo, hasta para poner medios de comunicación y empresas personales de diferentes rubros.

Así que estamos frente a la guerra simulada de esas autonomías que no son tal, pues en la realidad todos siguen respondiendo a los intereses y negocios personales.

Puebla desafortunadamente sigue viviendo los tiempos del garrote político y de la visión lineal de un gobierno que se aleja más, mucho más de lo inicialmente ofreció: Conciliación.

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