Domingo, noviembre 23, 2025

23 noviembre, 2025

Redacción PH

Demencia senil, con el espejo desmemoriado

Rubén Israel Gatica Gómez

La memoria es el diario que
todos llevamos con nosotros

Oscar Wilde

Celebrar con un ser querido que vive con demencia senil es aprender a navegar en un mar de presentes eternos, donde cada momento lleva impresa la huella de lo sagrado.

Como reflexionaba la neuróloga Oliver Sacks“Si la memoria es lo que nos hace humanos, ¿qué sucede cuando se desvanece? Descubrimos que la esencia humana es más profunda que los recuerdos”. Esta Navidad, abramos nuestros corazones a la belleza que habita más allá del olvido.

El perfil de la demencia senil

“El alma que puede hablar con los ojos, también puede besar con la mirada”. Gustavo Adolfo Bécquer.

La demencia senil no es solo pérdida de memoria; es una transformación profunda de la percepción y la conexión con la realidad. Nuestro ser querido ahora habita un paisaje emocional donde:

  • Las emociones sobreviven a los recuerdos: Pueden no recordar qué desayunaron, pero perciben perfectamente la ternura en un abrazo o la tensión en una voz elevada. Como decía el filósofo Blaise Pascal: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”.
  • El presente se expande: Cada momento existe en su totalidad, sin el peso del ayer ni la ansiedad del mañana. Viven en un “ahora eterno” que, en cierto modo, es un regalo que la mayoría hemos olvidado apreciar.
  • La comunicación se hace sensorial: Las palabras pueden fallar, pero el lenguaje del tacto, la mirada y la presencia se intensifica. La psicóloga Alice Miller observaba: “Lo que no se expresa con palabras se manifiesta en síntomas”.

Celebrando desde el Corazón: Estrategias para una Navidad Significativa

Para las visitas: La Arquitectura de los Pequeños Gestos

  • Comunicarnos a través de los sentidos: Enciendo las luces navideñas lentamente, dejando que sus ojos se adapten al resplandor. Pongo villancicos suaves de su juventud, observando cómo su cuerpo comienza a mecerse con melodías que su alma aún reconoce.
  • Crear momentos de conexión pura: Me siento junto a ellos sosteniendo una esfera navideña, dejando que sus dedos exploren su textura fría y brillante. Les ofrezco una galleta recién horneada, sabiendo que el aroma puede transportarlos a navidades pasadas mejor que cualquier palabra.
  • Habitar su realidad sin corregirla: Si me llaman con otro nombre, respondo con amor. Si creen que es 1965, celebro con ellos esa Navidad. El terapeuta familiar Virgina Satir decía: “Tenemos que ser capaces de aceptar lo que no podemos cambiar, y cambiar lo que no podemos aceptar”.

Para los cuidadores

En el fluir constante del cuidado, vamos descubriendo que cada tarea aparentemente pequeña – ayudarles a beber el chocolate, abrocharles un suéter, cantar con ellos un villancico – se va transformando en un ritual sagrado. El filósofo Martin Buber lo expresaba así: “El Tú me encuentra en el aquí y ahora”.

Estamos aprendiendo a leer los mensajes que su cuerpo nos envía: esa inquietud que significa sobreestimulación, esa mirada perdida que pide quietud, esa sonrisa repentina que celebra una conexión invisible. La neuróloga Lisa Genova explica: “La demencia no borra la capacidad de sentir amor, alegría o miedo”.

Reconocer su esfuerzo es hacer de ellos un monumento a la gratitud, al amor, a los valores que dignifican y justifican la existencia del ser humano, gracias Dora Beatriz Tamayo Mascareño.

El legado que perdura más allá del recuerdo

“Lo que el corazón ama, nunca lo olvida” – Proverbio árabe

Esta Navidad, cuando estemos junto a nuestro ser querido con demencia, recordemos que aunque la memoria se nuble, el alma permanece transparente. Cada vez que les tomamos la mano, cada vez que cantamos con ellos, cada vez que compartimos una sonrisa, estamos tejiendo un legado de amor que trasciende el tiempo y el olvido.

Como escribía la poeta Emily Dickinson: “No puedo ver el alma, pero la siento”. Nuestro ser querido puede haber olvidado los nombres de sus nietos, pero nunca olvida la seguridad que siente cuando estamos cerca.

¿Y si esta Navidad, en lugar de lamentar lo que se ha perdido, celebramos lo que permanece?, Que este fin de año y navidad será la oportunidad para aprender  que el regalo más grande no es lo que recordamos, sino cómo amamos. Donde descubramos que, aunque la mente pueda nublarse, el corazón siempre recuerda su camino a casa.

En el crepúsculo de la memoria, cada abrazo se convierte en eternidad. Cada mirada compartida, en legado. Cada momento de paz, en la verdadera navidad del alma.


 ✍ Rubén Israel Gatica Gómez

Maestría en Psicología Organizacional en UPAEP, Ingeniero en Sistemas Computacionales por el Instituto Universitario Puebla. Consultor, conferencista y capacitador en el área de bienestar, tanatología, liderazgo y desarrollo de empresas familiares. Miembro de la Semiotic Society of America. Alumno distinguido en certificación EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares. Facilitador de Mindfulness, Compasión y Comunicación No-Violenta (MICNV) por el Instituto de Ciencias para el Florecimiento Humano–Cultivo. Realizó una estancia internacional en Oklahoma State University en el área de logística, seguridad e higiene industrial (2011), y participó en el programa Faculty Led Study Abroad UJI: Organizaciones Saludables y Resilientes (2022) por la Universitat Jaume I de Castelló, España.

Actualmente consultor, conferencista y capacitador en el área de bienestar, tanatología, liderazgo y desarrollo para adultos mayores y personas con cáncer en fase crítica o terminal. Miembro de la Semiotic Society of America.

Autor

Redacción PH

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