De libros y más

El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido,
porque estará obligado a inventar veinte más
para sostener la certeza de esa primera.

Alexander Pope

Esta es la historia de un hombre que engañó al mundo, de un individuo que un día decidió borrar su pasado y reinventarse hasta resurgir como héroe. Es el relato de la vida de Enric Marco, el impostor.

 

El 23 de abril de 1945, las fuerzas armadas estadounidenses liberaron el campo de concentración nazi de Flossenbürg, una de las muchas prisiones del llamado Tercer Reich, en donde miles de personas estuvieron confinadas y muchas perdieron la vida. Entre las víctimas de esos terribles crímenes, se encontraban casi nueve mil ciudadanos españoles, y uno de los sobrevivientes fue Enric Marco, o al menos, eso dijo.

 

Antes de la Segunda Guerra Mundial, la vida de Marco, transcurría en el anonimato, común a cualquiera de sus compatriotas, sin embargo, al terminar la guerra, este hombre se había inventado un heroico pasado. Nacido el 12 de abril de 1921 – está a unos días de cumplir cien años de edad-, también modificó su fecha de nacimiento, para hacerla coincidir con el décimo aniversario de la proclamación de la república española; pero fue hasta mediados de los años setenta cuando sus historias del campo de concentración lo hicieron famoso.

 

Fue tal la notoriedad que alcanzó con sus relatos acerca de los horrores sufridos en Flossenbürg, que, llegó a ser nombrado presidente de la Amical de Mauthausen, la asociación que congrega a los sobrevivientes españoles de los campos de concentración y a sus familias.

 

Durante años, se dedicó a dar conferencias en las que proclamaba: “perdonar, sí, olvidar, no”, siendo cada vez más emotivas y hasta dramáticas; se destacó como un gran orador y muchas de sus pláticas tenían como finalidad orientar a los jóvenes.

 

Son memorables las palabras que pronunció ante el Congreso de los diputados españoles, ya que al narrar los horrores que padeció en la guerra, y la fuerza de espíritu que lo impulsó a salir adelante, muchos de los oyentes, llegaron hasta las lágrimas:

 

«Cuando llegábamos a los campos de concentración en esos trenes infectos, para ganado, nos desnudaban, nos mordían sus perros, nos deslumbraban sus focos. Nosotros éramos personas normales, como ustedes. Nos gritaban en alemán linke, recht (izquierda, derecha). No entendíamos nada, y no entender una orden te podía costar la vida.

Tengo la esperanza de que esta vez, la lección sea aprendida por todos. A los jóvenes, que no saben nada de la historia, les falta alguien que se la cuente».

Sin embargo, con el tiempo sus historias, se volvieron más detalladas y en algún momento resultaron hasta contradictorias, pero al estar cargadas de tanta fuerza emocional, nadie las ponía en duda. Esos errores empezaron a llamar la atención del historiador Benito Bermejo, quién inició una investigación acerca de la supuesta estancia de Marco en el campo de concentración.

 

Unos días antes de que se conmemoraran los cincuenta años de la liberación del campo de Mauthausen, Bermejo, le informó a la Amical de Mauthausen, que Enric Marco, nunca había estado preso en Flossenbürg, sino que, al principio de la guerra había sido colaborador del régimen nazi; entonces, se desató un escándalo de dimensiones inconmensurables y, el impostor, simplemente canceló su participación en el evento por estar indispuesto.

La historia de Enric Marco, sus justificaciones y la entramada red que tejió para engañar al mundo, están extraordinariamente relatadas en el libro de Javier Cercas, El Impostor. En esta obra, el escritor narra sus inquietudes para tratar el tema del engaño y el modo en que realizó sus múltiples investigaciones, así como las entrevistas que sostuvo con el propio Marco.

 

Cercas, señala que, uno de los motivos para que las mentiras de Marco fueran tan bien acogidas, estriba en la necesidad que la sociedad tiene de encontrar héroes, y nadie mejor que un sobreviviente de uno de los crímenes más atroces que han existido; así que, junto con el afán protagónico del propio Marco, las mentiras cayeron en tierra fértil, encumbrándolo hasta que llegó su estrepitosa caída.

«Lo más importante, sin embargo, era que, a pesar de ser un deportado poseía la energía y la juventud que ya no poseían los deportados. Además, no era tan parco en palabras como ellos o como casi todos ellos, ni tan reacio a hablar de su experiencia en los campos; al contrario: él estaba encantado de hacerlo, y sabía hacerlo o por lo menos sabía encandilar a la gente con sus relatos vividos. De hecho, cuando hablaba en público Marco resultaba mucho más convincente que los auténticos deportados, y la prueba es que, en las ocasiones en que iba a dar charlas acompañado por ellos, los eclipsaba, se convertía en el hombre que conmovía y fascinaba a las audiencias, en el centro absoluto de la sesión».

El impostor es un libro extraordinario, que no solo se refiere al personaje inventado por el propio Marco, sino que, además, reflexiona sobre el papel que jugamos al aceptar y fomentar las mentiras. Por cierto, Enric Marco, aceptó públicamente que nunca estuvo preso en Flossenbürg, pero, según dijo, no se arrepiente de sus actos, porque sus mensajes eran ciertos y su finalidad era que nunca se olvidaran los crímenes que cometidos en la guerra. En fin, le aseguro que después de leer El impostor, tendrá tema para muchas y controvertidas conversaciones.

 

«Marco lo recordaba todo y lo contaba todo, su discurso era un chorro de palabras saturado de anécdotas coloridas, historias heroicas, terroríficas y emocionantes y reflexiones didácticas y conmovedoras sobre la solidaridad y el pundonor de que es capaz el ser humano en circunstancias extremas, todo ello ilustrado con ejemplos extraídos de su propia experiencia y contado con un orden y una coherencia tales -sobre todo por comparación con el discurso de los demás supervivientes-».

Adriana Hernández Morales

Título: El impostor

Autor: Javier Cercas

Editorial: Literatura Random House

(También disponible en formato electrónico)

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Mi correo: adrianahernandez1924@gmail.com


Adriana Hernández, es miembro del Club Nacional de Lectura Las Aureolas, club fundado por Alejandro Aura en 1995. Es además una mujer comprometida con las causas sociales, abogada de profesión y lectora por vocación.